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Arturo Ortiz Wadgymar es economista egresado de la UNAM, con estudios de doctorado en la División de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. Es investigador titular y fue coordinador de estudio sobre el sector externo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Desde 1967 ha sido profesor de economía internacional y comercio exterior de México, tanto en la Facultad de Economía como en la Universidad Autónoma Metropolitana -Xochimilco. Ha escrito numerosos libros y artículos en revistas especializadas y ha sido editorialista del periódico El Financiero.
[toc] => ÍNDICE
POST ESCRIPTUM 2017
EL TLCAN ANTE EL GOBIERNO DE TRUMP 9
INTRODUCCIÓN 17
1.POLÍTICA COMERCIAL DE MÉXICO 1980-1993 21
2.LA APERTURA DE MÉXICO HACIA EL EXTERIOR COMO PRECIO DEL RESCATE DEL FMI 37
3. LA NUEVA RELACIÓN BILATERAL, MÉXICO EN EL LIBRE COMERCIO; ESTADOS UNIDOS EN EL PROTECCIONISMO (1982-2015) 57
4. EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO MÉXICO, ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ 1994, EN UN CONTEXTO MUNDIAL PROTECCIONISTA 75
5. LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO CON OTRAS REGIONES Y PAÍSES EN EL CONTEXTO DEL MERCADO GLOBAL 97
6. EL IMPACTO DEL LIBRE COMERCIO EN LA ECONOMÍA MEXICANA 1994-2015 121
7. EFECTOS DEL LIBRE COMERCIO EN OTRAS RAMAS PRODUCTIVAS EN LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS 141
8. LA BALANZA DE PAGOS DE MÉXICO A 20 AÑOS DE LA FIRMA DEL TLCAN Y EL PAPEL DE LAS MAQUILADORAS 157
9. CONSECUENCIAS DEL TLCAN SOBRE EL TIPO DE CAMBIO 187
CONCLUSIONES 203
BIBLIOGRAFÍA 213 [free_reading] => POST ESCRIPTUM 2017 EL TLCAN ANTE EL GOBIERNO DE TRUMP Con relación a la tesis del presente libro, la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos, evidencia el fracaso del TLCAN y los esquemas integracionistas, con lo que las tesis que se proponen se corroboran. Ha sido una revolución mundial el que haya llegado al gobierno de Estados Unidos un auténtico fascista, de la línea dura del Tío Sam y que haya generado tan desagradables comentarios a nivel mundial. Llama también la atención que su principal enemigo es México lo cual rompe con todos los esquemas de cooperación del Libre Comercio, de socios comerciales, de buena vecindad y de la integración de lo que se decía que era el bloque comercial más competitivo del mundo. Finalmente, nos damos cuenta de que todo esto era retórica y en el fondo falsedad. México nunca fue realmente un socio comercial, fue un socio subordinado, la vecindad estuvo en sus peores momentos especialmente a raíz del Plan Mérida y del ASPAN, orgullo de Calderón y Bush y que no era otra cosa más que la violencia que se vislumbraba y que tenía que llegar a los niveles a los que está llegando ahora. México nunca fue competitivo, quienes sí lo fueron son las empresas trasnacionales que con omnímodas facilidades llegaban a territorio nacional a obtener ganancias como nunca. No hubo transferencia de tecnología, pues ésta era propiedad intelectual de las empresas, no de México. Los beneficios para los trabajadores fueron en general pocos, traducidos en bajos salarios, poca contratación de mano de obra calificada y no calificada, contratos sin prestaciones, trabajos eventuales sujetos a excesivas horas de trabajo, en una palabra: explotación. Las ventajas del TLCAN fueron sólo para las empresas trasnacionales y para los políticos gestores de las inversiones, que además llegaron sin pagar impuestos y servicios como agua, predial y condonación de otros y muchas otras facilidades. La verdad fue un paraíso para estas empresas. De pronto, surge un presidente en Estados Unidos que dice ignorar todas estas ventajas para su país y sus empresas, e incluso para sus productores agrícolas y que no reconoce que si millones de mexicanos tuvieron que emigrar a EU fue porque este país no les ofrecía nada ya que todas las ventajas se volcaban para las empresas antes señaladas, es decir, se ignoró la competencia desleal que ejercieron las importaciones procedentes de Estados Unidos sobre los productores agrícolas, las pequeñas y medianas empresas e incluso los servicios que estaban en manos de nacionales. Las inversiones, apoyadas por los artículos del TLCAN, llegaron en condiciones de verdaderos paraísos llegando hasta el despojo de tierras, aniquilamiento de la naturaleza, agotamiento de los mantos friáticos y sin pagar impuestos e incluso el gobierno les devolvía subvenciones que son muy lesivas para el presupuesto. Se ignoró que los bancos se extranjerizaron para servir a intereses de sus países cede y no para México y se ignoró que el TLCAN fue una imposición del gobierno de Bush en coordinación con Salinas de Gortari quien recibió el apoyo de Estados Unidos para llegar a la presidencia y promover el referido tratado (1). A los miles de campesinos y obreros desplazados por las empresas de productos extranjeros no les quedó más remedio que cruzar la frontera de forma indocumentada. ¿Por qué de forma indocumentada?, pues porque está escrito en el TLCAN que sólo podrán cruzar de forma legal la frontera así que deben reunir tal cantidad de requisitos que para un campesino y un obrero son difíciles de cumplir. En una palabra, hay una tergiversación de los hechos y un supuesto desconocimiento de las condiciones en las que se firmó ese Tratado y de los beneficios de los cuales México ha sido el menos favorecido. Antes del TLCAN podía hablarse de narcotráfico en México pero en una forma muy localizada y de ninguna manera a los niveles a los que está en 2017. Una de las resultantes del TLCAN fue el aumento del contrabando, del narcotráfico y de la criminalidad que está llegando a los límites a los que estamos viendo en los últimos años. Antes del TLCAN, había problemas indiscutiblemente pero nunca como los que estamos viendo ahora como el bajo crecimiento de la economía que no ha rebasado 2% del PIB, endeudamiento sin control, inseguridad, enorme desempleo, desempleo disfrazado (ambulantaje). Efectivamente, no se perdería nada si México saliera del TLCAN, no obstante hay muchos intereses de minorías que están vinculados a los beneficios y que harán hasta lo imposible para negociar, no para beneficio del país sino para seguir disfrutando de los beneficios del libre comercio que sólo 1% de la población está de acuerdo en seguir dentro de él. A partir de mayo se inician la renegociación del TLCAN, para lo cual el gobierno mexicano está preparando a negociadores derivados del salinismo con el fin de convencer al nuevo gobierno estadounidense de las grandes ventajas de seguir en él. Pero además, tendrán que venir otras ventajas que será difícil saber cuáles serán y sin las cuales Trump no aceptaría ningún tratado. Hemos dicho desde hace mucho tiempo sobre la necesidad de renegociar el TLCAN pero en beneficio de la nación. Es necesario que se lleve a cabo una gran discusión a nivel nacional sobre los capítulos que deben de modificarse que están trayendo serios problemas de distorsiones como es el caso del capítulo 11 sobre las Inversiones, las cuales están entrando sin ningún requisito de desempeño y sin ninguna limitante de tipo ecológico ni de propiedad de la tierra ni del impacto sobre el ecosistema. Estamos viendo inversiones mineras de empresas canadienses que están acabando con poblados enteros, que están dañando la flora y la fauna y que están agotando los mantos acuíferos hasta dejar sin agua a poblaciones enteras y contaminando los ríos. Todo eso debe de modificarse. Existen hoteles que han acabado con el manglar, que se han apoderado de playas, de bosques, de zonas arqueológicas y que es más el impacto negativo que han tenido que los pocos empleos mal pagados que dan a la población nativa. Es necesario renegociar el capítulo 7 sobre Sector agropecuario y medidas sanitarias y fitosanitarias en el que Estados Unidos abiertamente ha incumplido, no sólo en el TLCAN sino los principios de la OMC. Es decir, nos estamos refiriendo a los subsidios agrícolas que desde la época de Reagan se instrumentaron pero que en la de Bush francamente constituyeron una competencia desleal para la producción de productos agrícolas y pecuarios nacionales, especialmente granos, que por estar subsidiados en Estados Unidos quebraron a los productores haciendo incosteable la producción de maíz, frijol, trigo, sorgo, soya y otros fundamentales de la canasta básica. México se dedicó a importar maíz y frijol de estados de la unión americana que fueron beneficiados con la quiebra del campo mexicano (2). Por ello, en una renegociación de dicho Tratado debe revisarse el capítulo agrícola también en el aspecto de las restricciones sanitarias y fitosanitarias que han afectado severamente en diversos sitios agrícolas a productos como las verduras y frutas, el atún, el aguacate y otros muchos más que muy seguido les cierran la frontera por considerar que tienen gusano barrenador. Las condiciones que piden para que un producto mexicano entre en Estados Unidos requiere de la norma de calidad iso 9000 y otras medidas de calidad difíciles de cumplir y que en realidad no son más que trabas al comercio disfrazadas o limitantes cuantitativas para evitar o limitar su entrada. Pocas empresas están en condiciones de cumplir tales requisitos al grado que son las propias trasnacionales las únicas que pueden cumplir con esas condiciones fitosanitarias convirtiéndose de esta manera en compradores en campo del producto a granel y adaptándolos a los requerimientos de los productos de exportación. Desde luego los precios a los que los compran al campo son sumamente castigados, al grado que se vuelven incosteables para el productor. En materia de transporte (capítulo 12 Comercio, transportes y servicios) el incumplimiento de Estados Unidos fue total y generó enormes pérdidas que crearon desempleo y quiebra de empresas de transportación. Pese a las reclamaciones no hubo respuesta, por lo que es necesario retomar ese capítulo para equilibrar sin que México siga sufriendo las pérdidas, lo mismo para Compras del sector público (capítulo 10), que sólo México ha aceptado el no beneficiar a sus empresas locales a favor de empresas extranjeras. No es que sea la mejor opción, muchas veces se trata de los tramitadores de la inversión que hacen que tal o cual empresa ganen la licitación más por acuerdos previos que por menores costos. Este capítulo ha generado la quiebra de muchas empresas que antes abastecían al gobierno y generaban empleo a nivel nacional. Hay muchos productos que se hacen en México y que pueden competir en compras del gobierno y que todos los países les dan preferencia a sus nacionales, es decir, ejercen el proteccionismo. En ese sentido en la renegociación habría que recriminarles tanto a Estados Unidos como a Canadá que hayan ejercido su proteccionismo y ante esto, el gobierno mexicano puede llevar a cabo medidas proteccionistas, ya que el libre comercio operó en el discurso pero no en la realidad (3). El gobierno mexicano, indiscutiblemente, va a intentar a cualquier precio mantener los beneficios que para un reducido sector de la población mexicana han traído los negocios del TLCAN. Van a tratar de convencer a los negociadores cediendo hasta la ignominia, agravando la dependencia y aceptando sin discusión las condiciones leoninas que les imponga el gobierno de Trump. Los negociadores de México que llevarán a cabo dicha renegociación, irán simplemente a perpetuar los negocios que tan generosamente les ha dado esa relación. Llevarán a cabo un costosísimo plan de propaganda en medios de comunicación para convencer al pueblo de México de que vamos por el camino correcto y que esa negociación ha sido la solución más exitosa. Tantas veces se repetirá esa mentira que como siempre se saldrán con la suya apoyados por el grupo salinista, los empresarios vende patrias globalizados y las grandes propinas que les darán las empresas trasnacionales por defender sus intereses; son más bien gestores de las grandes empresas trasnacionales cuyas ventajas para la nación han resultado un fracaso. Sin embargo la coyuntura de Trump ha permitido el renacimiento de los sentimientos antiyankis, el nacionalismo (considerado como una herejía por los dogmáticos neoliberales), el mal llamado populismo que lo identifica como retroceso ya que atenta contra los intereses creados de la clase política y de sus trasnacionales a quienes sirven. En efecto, se está discutiendo hoy día cuestiones que ni por equivocación se exponían hace unos años. Se ha hablado de un proyecto alternativo de nación en donde la política económica de México no mire al norte sino al sur (Centro, Sudamérica y el Caribe). Nuestro mercado natural no sólo es el norte; hasta ahora se están empezando a dar cuenta. Habría que recordar los grandes esfuerzos que se llevaron a cabo con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio en los años sesenta. Hubo grandes avances y fue cuando las tasas de crecimiento del país fueron entre 5 y 10% del PIB. La deuda externa al final del gobierno de Echeverría llegó a 19 000 millones de dólares (comparativamente con los 520 000 millones de dólares a que ascendieron en 2017). Es claro que este cambio hacia otro modelo y proyecto de nación no puede ser automático ni fruto de decisiones a la ligera, sino efecto de una gran discusión a nivel nacional en la que estén involucrados todos los mexicanos cualquiera que sea su condición. Que no haya propaganda televisiva pagada con el fin de distorsionar la información y que, finalmente, pudiéramos pensar en un plebiscito fruto de una discusión integral y se llegara a conclusiones pensando no sólo en la minoría de las cúpulas empresariales sino de la nación en su conjunto. México puede muy bien producir los artículos agrícolas, pecuarios, pesqueros y de la industria pequeña y mediana así como avanzar en su participación en el comercio y los servicios en los que los mexicanos deberían ser los promotores y los propietarios de tiendas de servicios, de hoteles, centros turísticos, etc., de los que hasta ahora sólo se han apoderado las grandes empresas trasnacionales. Es por todos conocido el caso de Walmart que desplazó a casi todo el comercio nacional hasta constituirse en un monopolio que arrasó con tiendas de barrios, que se dedicó a importar mercancías y que ha formado un imperio en el que los mexicanos sólo somos la mano de obra barata además de escasa. El caso de las grandes cadenas hoteleras que se han apoderado de nuestros paraísos turísticos y que nuestros paisanos, antes dueños del lugar, ahora son mozos, maleteros, cocineros, taxistas, en una palabra, sirvientes de las empresas trasnacionales, sus sueldos son bajos por no decir que miserables. Esto mismo puede aplicarse a la rama textil, del calzado, juguetes, maquinas, herramientas, carne y, en especial, la minería que se ha regalado a los canadienses, se están llevando nuestro oro y plata y están dejando grandes problemas de tenencia de la tierra y de protestas campesinas, llegando hasta el crimen, así como muchos productos más, que incluyen los tecnológicos. Es claro que estas empresas van a tratar a toda costa y van a pagar lo que sea con el fin de que sus privilegios queden intactos. Los renegociadores del TLCAN, si es que no se elimina antes, irán bien adoctrinados y muy bien pagados a defender esos negocios que han sido distorsionantes de la economía mexicana. Esta coyuntura de Trump debemos de verla como la oportunidad de retomar el rumbo y dentro de ello es muy importante reconsiderar la anulación o la reestructuración de las mal llamadas Reformas Estructurales (más conocidas como las reversas estructurales), especialmente la energética que ha demostrado en los últimos años su total fracaso (véase el gasolinazo en 2017). En fin, los mexicanos deben abrir los ojos, hay opciones nacionales. Si Trump no quiere nada con México, lejos de ser una tragedia quizá sea el principio de otra esperanza de vida para el país (4) (1) Nosotros, desde el ingreso de México al GATT, escribimos una bibliografía muy amplia, tanto en periódicos como en revistas y libros, e investigamos en forma persistente las implicaciones que tendría para México el abrir su economía en condiciones de competencia desleal, todos estos trabajos podemos resumirlos en el libro México en ruinas: el impacto del libre comercio, IIEC-UNAM, 2010 y el que el lector tiene ahora en sus manos La apertura económica de México, 30 años después del GATT a Trump. (2) Véase Ménica Gambrill, Diez años del TLCAN en México, México, CISAN-UNAM, 2006. Hubo muchas voces disidentes que escribieron muchos trabajos evaluando negativamente el Tratado y demostrando con cifras el desastre que se había derivado de las distorsiones del TLCAN. Incluso hubo voces en el extranjero que alertaron sobre el hecho de que los beneficios del TLCAN solamente estaban beneficiando a trasnacionales. Véase Joseph Stiglitz, El malestar en la globalización, Madrid, Tauros, 2002. También véase John Saxe-Femández, La compraventa de México, México, Plaza y Janés, 2002. (3) Véase Arturo Oropeza García (coord.), TLCAN 20 años ¿Celebración, desencanto o replanteamiento?, México, IIJ-UNAM, 2014. También el mismo autor abordó el tema del TPP en El Acuerdo de Asociación Transpacficvo (TPP: ¿bisagra o confrontación entre el Atlántico y el Pacífico?, México, IIJurídicas-UNAM, 2013. Como estos autores hubo muchos que coincidimos en que estos tratados no le habían traído a México más que problemas. (4) Manuel Bartlett Díaz y Rocío Vargas [2016] La reforma energética: el poder duro y consensuado para imponerla, México, Senado de la República, LXIII Legislatura. 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