No tiene artículos en su carrito de compras.
Importe: $0
No tiene artículos en su carrito de compras.
Array ( [store_id] => 1 [entity_id] => 2873 [entity_type_id] => 4 [attribute_set_id] => 9 [type_id] => simple [sku] => 9786072002616 [has_options] => 0 [required_options] => 0 [created_at] => 2014-11-28T06:44:14-06:00 [updated_at] => 2024-03-22 05:36:22 [name] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 [meta_title] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 9786072002616 libro [meta_description] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 9786072002616 libro [image] => 9786072002616.jpg [small_image] => 9786072002616.jpg [thumbnail] => 9786072002616.jpg [url_key] => la-academia-de-san-carlos-en-el-movimiento-estudiantil-de-1968-9786072002616-libro [url_path] => la-academia-de-san-carlos-en-el-movimiento-estudiantil-de-1968-9786072002616-libro.html [image_label] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 [small_image_label] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 [thumbnail_label] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 [author] => null [size] => 23x17x1.2 [isxn] => 9786072002616 [weight_mb] => 0.45 [edition_data] => Año de edición -2008- [topic] => Sociología [price] => 180.0000 [weight] => 0.4500 [manufacturer] => 3182 [status] => 1 [visibility] => 4 [tax_class_id] => 2 [format] => 20 [year_edition] => 3283 [pap_provider] => 3366 [description] => Los recuerdos, reflexiones y análisis del movimiento estudiantil de 1968 en México han vaciado, múltiples veces, los tinteros de la sociedad: su memoria ha contribuido a la construcción del imaginario político e histórico del país, con sus ideales de libertad, democracia, justicia y revolución; pero además, ha obligado a mantenerlos, desde el estudio, la autocrítica y la imaginación, en constante cambio.
Esta obra desentierra acontecimientos desdeñados u olvidados e intenta revertir las posturas monocromáticas de ambas caras de la moneda, ofreciendo al mismo tiempo, desde cuatro testimonios de vida, el recuento histórico de los hechos desde una perspectiva concreta: la comunidad universitaria de la Academia de San Carlos. La escuela, como taller de prensa y propaganda del 68, reconfiguró la historia de la gráfica mexicana y enfrentó, en el mismo proceso, la valoración de las vanguardias artísticas que convivieron en el escenario de la plástica nacional.
Para integrar el análisis de los sucesos y la ponderación de algunos testimonios, los autores toman como hilo conductor, entre miles de historias, las experiencias vividas por cuatro relevantes miembros de dicha comunidad, pertenecientes a la generación de 1965: Arnulfo Aquino, Eduardo Garduño, Jesús Martínez y Jorge Perezvega. Los autores los ubican desde su infancia hasta su llegada a San Carlos, en un periplo que da cuenta de sus intereses por la plástica y del contexto de sus desarrollos personales. Son los años cincuenta y sesenta en los que el Estado aplicaba mano dura a la libertad de expresión y a movimientos sindicales de izquierda: Lombardo Toledano, Campa, Vallejo, Salazar; años también de revisión de la pobreza -de Los olvidados (Buñuel, 1950) a Los hijos de Sánchez (Lewis, 1964)- enfrentada al discurso oficial del desarrollo estabilizador. Como estudiantes de la Academia se conciben a sí mismos como parte de una vanguardia artística resuelta a darle la puntilla a los moldes figurativos tradicionales; sin embargo, la historia los encuentra el 26 de julio con los buriles y las gubias en las manos, en su asistir cotidiano a talleres y aulas.
Esta generación se involucró en la huelga de 1966, en la cual se cuestionó la enseñanza tradicional y se solicitaron mayores espacios de participación estudiantil. Esto trajo como consecuencia la llegada del ingeniero Javier Barros Sierra, en mayo, a la Rectoría de la Universidad. En San Carlos no sólo se logró la designación de un nuevo director, sino también, cambiar la currícula escolar y establecer talleres experimentales que serían relevantes, en los meses posteriores por la asistencia ocasional de exponentes del movimiento de la "ruptura": Vicente Rojo, Manuel Felguérez y José Luis Cuevas. Con ello, los alumnos enfrentaron la postura de la vieja escuela con expresiones lo mismo de op art que de arte abstracto.
Un presagio del final de este ambiente de confrontación estética y visiones lúdicas y críticas fue la clausura de los tradicionales Bailes de Máscaras en diciembre de 1967. En esta placentera vida escolar funcionaron, de manera paralela, talleres académicos y libres (en los cuales era común la visita y asesoría del propio Felguérez, Vlady, Javier Arévalo, Francisco Moreno Capdevila, Santos Balmori, Adolfo Mexiac y del director, Antonio Trejo Osorio). Sin embargo, esta generación se vio obligada a postergar las discusiones estéticas para, en su lugar, resolver la forma de dar respuesta plástica a preocupaciones políticas inmediatas.
Ante la irrupción de la protesta social, los otrora disidentes regresaron a propuestas figurativas cercanas al Taller de la Gráfica Popular. En pocos días, la Academia de San Carlos se convirtió, a marchas forzadas, en el centro productor de propaganda, labor en la que participaron, tanto la comunidad de la Academia, como brigadas del Politécnico, Medicina, Ciencias, entre otras muchas escuelas.
Como lo muestra el texto, la integración de la comunidad universitaria ante la incapacidad oficial de diálogo, albergó en su interior sus propias contradicciones, así como también, un sinfín de estrategias y posturas distintas frente a los hechos y grupos sociales en general. La historia del movimiento es un referente obligado para comprender el pasado inmediato, definir y redefinir el país que aún construimos.
Sin duda, el corpus histórico sobre el tema es enriquecido con estudios como el que Daniel Librado Luna Cárdenas y Paulina Martínez Figueroa nos presentan a través de una exhaustiva revisión de fuentes bibliográficas, documentales y visuales, particularmente porque, tras ampliar la crónica de los acontecimientos ocurridos entre el 26 de julio y el 2 de octubre y la participación en ellos de la Academia de San Carlos, los autores han decidido reconstruir el día de la masacre con los testimonios de los cuatro universitarios entrevistados: sus determinaciones, miedos y riesgos. Sin duda, una obra que nos obliga a reflexionar el 68 y el México de hoy, y, al mismo tiempo, comprender el transcurrir de esas pasiones y aprendizajes, de aquellas utopías y realidades que fueron vividas por los involucrados en el movimiento estudiantil de 1968. [short_description] => Los recuerdos, reflexiones y análisis del movimiento estudiantil de 1968 en México han vaciado, múltiples veces, los tinteros de la sociedad: su memoria ha contribuido a la construcción del imaginario político e histórico del país, con sus ideales de libertad, democracia, justicia y revolución; pero además, ha obligado a mantenerlos, desde el estudio, la autocrítica y la imaginación, en constante cambio.
Esta obra desentierra acontecimientos desdeñados u olvidados e intenta revertir las posturas monocromáticas de ambas caras de la moneda, ofreciendo al mismo tiempo, desde cuatro testimonios de vida, el recuento histórico de los hechos desde una perspectiva concreta: la comunidad universitaria de la Academia de San Carlos. La escuela, como taller de prensa y propaganda del 68, reconfiguró la historia de la gráfica mexicana y enfrentó, en el mismo proceso, la valoración de las vanguardias artísticas que convivieron en el escenario de la plástica nacional.
Para integrar el análisis de los sucesos y la ponderación de algunos testimonios, los autores toman como hilo conductor, entre miles de historias, las experiencias vividas por cuatro relevantes miembros de dicha comunidad, pertenecientes a la generación de 1965: Arnulfo Aquino, Eduardo Garduño, Jesús Martínez y Jorge Perezvega. Los autores los ubican desde su infancia hasta su llegada a San Carlos, en un periplo que da cuenta de sus intereses por la plástica y del contexto de sus desarrollos personales. Son los años cincuenta y sesenta en los que el Estado aplicaba mano dura a la libertad de expresión y a movimientos sindicales de izquierda: Lombardo Toledano, Campa, Vallejo, Salazar; años también de revisión de la pobreza -de Los olvidados (Buñuel, 1950) a Los hijos de Sánchez (Lewis, 1964)- enfrentada al discurso oficial del desarrollo estabilizador. Como estudiantes de la Academia se conciben a sí mismos como parte de una vanguardia artística resuelta a darle la puntilla a los moldes figurativos tradicionales; sin embargo, la historia los encuentra el 26 de julio con los buriles y las gubias en las manos, en su asistir cotidiano a talleres y aulas.
Esta generación se involucró en la huelga de 1966, en la cual se cuestionó la enseñanza tradicional y se solicitaron mayores espacios de participación estudiantil. Esto trajo como consecuencia la llegada del ingeniero Javier Barros Sierra, en mayo, a la Rectoría de la Universidad. En San Carlos no sólo se logró la designación de un nuevo director, sino también, cambiar la currícula escolar y establecer talleres experimentales que serían relevantes, en los meses posteriores por la asistencia ocasional de exponentes del movimiento de la "ruptura": Vicente Rojo, Manuel Felguérez y José Luis Cuevas. Con ello, los alumnos enfrentaron la postura de la vieja escuela con expresiones lo mismo de op art que de arte abstracto.
Un presagio del final de este ambiente de confrontación estética y visiones lúdicas y críticas fue la clausura de los tradicionales Bailes de Máscaras en diciembre de 1967. En esta placentera vida escolar funcionaron, de manera paralela, talleres académicos y libres (en los cuales era común la visita y asesoría del propio Felguérez, Vlady, Javier Arévalo, Francisco Moreno Capdevila, Santos Balmori, Adolfo Mexiac y del director, Antonio Trejo Osorio). Sin embargo, esta generación se vio obligada a postergar las discusiones estéticas para, en su lugar, resolver la forma de dar respuesta plástica a preocupaciones políticas inmediatas.
Ante la irrupción de la protesta social, los otrora disidentes regresaron a propuestas figurativas cercanas al Taller de la Gráfica Popular. En pocos días, la Academia de San Carlos se convirtió, a marchas forzadas, en el centro productor de propaganda, labor en la que participaron, tanto la comunidad de la Academia, como brigadas del Politécnico, Medicina, Ciencias, entre otras muchas escuelas.
Como lo muestra el texto, la integración de la comunidad universitaria ante la incapacidad oficial de diálogo, albergó en su interior sus propias contradicciones, así como también, un sinfín de estrategias y posturas distintas frente a los hechos y grupos sociales en general. La historia del movimiento es un referente obligado para comprender el pasado inmediato, definir y redefinir el país que aún construimos.
Sin duda, el corpus histórico sobre el tema es enriquecido con estudios como el que Daniel Librado Luna Cárdenas y Paulina Martínez Figueroa nos presentan a través de una exhaustiva revisión de fuentes bibliográficas, documentales y visuales, particularmente porque, tras ampliar la crónica de los acontecimientos ocurridos entre el 26 de julio y el 2 de octubre y la participación en ellos de la Academia de San Carlos, los autores han decidido reconstruir el día de la masacre con los testimonios de los cuatro universitarios entrevistados: sus determinaciones, miedos y riesgos. Sin duda, una obra que nos obliga a reflexionar el 68 y el México de hoy, y, al mismo tiempo, comprender el transcurrir de esas pasiones y aprendizajes, de aquellas utopías y realidades que fueron vividas por los involucrados en el movimiento estudiantil de 1968. [meta_keyword] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968, Sociología, Facultad de Artes y Diseño [free_reading] => Prológo El movimiento estudiantil de 1968 cumple 40 años y goza de cabal salud. Este año ha sido revisitado por periodistas, politólogos, filósofos, literatos y toda clase de científicos sociales. La reflexión ha incluido coloquios, congresos, encuentros y foros académicos, así como diversas exposiciones fotográficas y documentales. El saldo es muy positivo. Las versiones oficiales de distinta índole y las nostalgias militantes de corte conservador que insisten en que todo pasado fue mejor han sido rebasadas por una avalancha de investigaciones recientes, nuevas propuestas museográficas y una apertura de testimonios orales, gráficos y escritos que han replanteado al 68 desde una perspectiva crítica y lo han posicionado como un objeto de estudio importante en el horizonte de la historiografía mexicana contemporánea. Los dos ejes que han posibilitado esta renovación provienen, por un lado, del hecho de que las coordenadas del presente se han recorrido y en los últimos años hemos sido testigos del derrumbe del régimen de partido de Estado que gobernó a México durante décadas, pero también del reciclamiento de viejas prácticas de corrupción e impunidad del poder, epidemia presente por desgracia en toda la clase política; y, por otro lado, a nivel epistemológico, de la apertura de nuevos documentos sobre los hechos, lo que ha permitido trazar un rompecabezas cada vez más complejo de los sucesos y ha generado nuevas lecturas e interpretaciones del fenómeno. Entre otros de los trabajos recientes que han contribuido a complicar las cosas están el documental Tlatelolco: las claves de la masacre de Carlos Mendoza, que desarrolla una amplia y profunda lectura sobre el crimen de Estado ocurrido el 2 de octubre, evidenciando la ausencia de coordinación entre los distintos grupos armados gubernamentales que intervinieron aquella tarde; también influye la publicación de memorias y reflexiones de los protagonistas, entre las que cabe destacar La libertad nunca se olvida de Gilberto Guevara Niebla, un testimonio lúcido y autocrítico que pulveriza aquella visión mítica del Consejo Nacional de Huelga como la encarnación de la pureza democrática; la recopilación de antiguas y nuevas fuentes gráficas en el libro Imágenes y símbolos del 68, a cargo de Arnulfo Aquino y Jorge Perezvega, dos artistas que fueron importantes protagonistas en estos campos, así como la investigación titulada 1968: todos los culpables, realizada por el periodista Jacinto Rodríguez, que aporta nuevos elementos de juicio a partir de su incansable exploración de los documentos que se conservan de los distintos servicios de inteligencia gubernamentales, hoy consultables a cuentagotas en el Archivo General de la Nación. En el campo de la fotografía se han presentado nuevas evidencias procedentes de distintos archivos particulares e institucionales las 1,200 imágenes inéditas de Manuel Gutiérrez Paredes -el fotógrafo contratado por Luis Echeverría para llevar a cabo el registro documental de todo el movimiento- pueden ser revisadas por cualquier ciudadano en el Archivo Histórico de la UNAM, después de varios años de confusión provocada por algunos medios que publicaron una parte de este material fotográfico sacándolo de contexto o inventando circunstancias misteriosas a su alrededor; el Museo Archivo de la Fotografía (MAF) presentó este año una colección muy sugerente de fotografías sobre el 68 tomadas durante la gestión del general Corona del Rosal, quien estaba al frente del Departamento del Distrito Federal. Ambos acervos constituyen una verdadera mirada de poder que estuvo excluida del análisis historiográfico durante todos estos años por razones obvias. Por su parte, El Universal está divulgando 400 nuevas fotografías que debido a distintas razones no fueron publicadas por el propio periódico en la coyuntura del 68, y que aportan nuevas secuencias narrativas de los sucesos, en particular sobre la primera etapa del movimiento, la cual ha sido la menos trabajada por los historiadores; Rodrigo Moya, uno de los fotógrafos documentalistas más relevantes de México en el siglo pasado ha dado a conocer en el Memorial del 68 importantes imágenes de las marchas multitudinarias del 68, que hibernaron durante cuatro décadas en su archivo fotográfico y que ahora se presentan en ese lugar junto con otras fotografías poco conocidas y testimonios recientes de María y Héctor García, Enrique Bordes Mangel y Enrique Metinides, entre otros destacados profesionales de la lente activos en aquel año. Todos ellos han aportado nuevas pautas para comprender la percepción mediática del 68 y su construcción como el imaginario cultural más poderoso de la segunda mitad del siglo pasado. A esta lista selecta de nuevas referencias pertenece el libro de Daniel Luna Cárdenas y Paulina Martínez Figueroa, jóvenes investigadores egresados recientemente de la maestría en historia del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Se trata de una aportación importante que contribuye a renovar el panorama historiográfico, y lo hace a partir de los dos niveles anteriormente descritos: la coyuntura del presente y la apertura de nuevas fuentes. Por lo que respecta a la primera, hay que decir que se trata de una lectura al mismo tiempo irreverente, rigurosa y documentada, producto de una nueva mirada historiográfica de dos investigadores formados en el nuevo siglo, que toman distancia tanto de la visión de los protagonistas como de las versiones de los cronistas y analistas convencionales del movimiento y elaboran su propia visión de los hechos, en la cual privilegian el sentido lúdico de la rebelión estudiantil y se alejan de las celebraciones necrológicas. En cuanto a la segunda cuestión, la lupa elegida por los investigadores focaliza el punto de vista de cuatro artistas importantes, miembros de la llamada generación del 65, integrada por estudiantes de niveles avanzados en la Academia de San Carlos durante aquellos meses del verano caliente del 68: Arnulfo Aquino, Eduardo Garduño, Jesús Martínez y Jorge Perezvega. La recreación biográfica de estos autores -con historias de vida que se remiten a sus infancias concretas en los estados de Oaxaca, Michoacán, Guanajuato y el Distrito Federal-, y la convergencia de las mismas en la Academia como parte de la generación señalada, constituye una aportación relevante que permite al lector conocer por dentro algunas de las visiones que definieron la propuesta gráfica del 68 y acercarse a un momento neurálgico de la Academia, convulsionada a mediados de aquel año por la pugna entre las formas estéticas de la vieja escuela y la emergencia de nuevas propuestas vanguardistas que encontraron gran simpatía entre los jóvenes creadores. A finales de julio la violencia tocó a las puertas de la calle de Academia número 12 en pleno Centro Histórico, y con ella -nos explican los autores- entraron centenas de universitarios y politécnicos que demandaban una solución plástica a sus exigencias políticas. Esta investigación relata puntualmente la forma en que estudiantes y profesores de la institución respondieron al llamado de la historia y las formas estéticas que prevalecieron en sus propuestas. Las ilustraciones expuestas en el libro no desempeñan un papel simplemente decorativo, sino que se vinculan al texto y permiten visualizar el recorrido crítico esbozado por Daniel Luna, el cual pasa por obras fundamentales de la iconografía del 68, como Las botas de Francisco Moreno Capdevila, Libertad de expresión, de Adolfo Mexiac y los carteles igualmente relevantes de Jesús Martínez Álvarez, Arnulfo Aquino, Mario Olmos y Jorge Perezverga, que forman parte del poderoso imaginario gráfico con el que el movimiento intentó contrarrestar el linchamiento mediático ejercido en su contra por el gobierno de Díaz Ordaz y trascendió en los siguientes años como una de las marcas generacionales más importantes en la historia gráfica del siglo XX en México. A cuarenta años de distancia cobra cada vez más importancia una lectura del 68 como una disputa simbólica por las imágenes. Los talleres de la Academia de San Carlos y La Esmeralda representaron el corazón de la rebelión estudiantil de ese año, ya que en ellos se generó una de las victorias culturales más importantes del movimiento, lo cual contrarrestó la vacía retórica gubernamental con sentido lúdico, creatividad y capacidad contestataria. Todo ello está presente en la obra gráfica que circuló enmantas, carteles, pintas y grafittis que inundaron la ciudad y el país en aquellos meses. La investigación documental y visual de Daniel Luna y Paulina Martínez proporciona elementos y claves analíticas para leer el sentido estético y político que le dio congruencia y sentido a estas imágenes. Con ello abre una nueva brecha para reconstruir los hechos y añade un nuevo trazo al lienzo cada vez más complejo del movimiento. La irreverencia juvenil está presente a lo largo de la narrativa de los autores, que desacralizan mitos y al mismo tiempo construyen nuevos puentes para el debate y la polémica. No podía esperarse menos del legado histórico y contestatario del espíritu del 68. Alberto del Castillo Troncoso [group_price] => Array ( ) [group_price_changed] => 0 [media_gallery] => Array ( [images] => Array ( ) [values] => Array ( ) ) [tier_price] => Array ( ) [tier_price_changed] => 0 [stock_item (Mage_CatalogInventory_Model_Stock_Item)] => Array ( [item_id] => 4890 [product_id] => 2873 [stock_id] => 1 [qty] => 30.0000 [min_qty] => 0.0000 [use_config_min_qty] => 1 [is_qty_decimal] => 0 [backorders] => 0 [use_config_backorders] => 1 [min_sale_qty] => 1.0000 [use_config_min_sale_qty] => 1 [max_sale_qty] => 0.0000 [use_config_max_sale_qty] => 1 [is_in_stock] => 1 [use_config_notify_stock_qty] => 1 [manage_stock] => 1 [use_config_manage_stock] => 1 [stock_status_changed_auto] => 0 [use_config_qty_increments] => 1 [qty_increments] => 0.0000 [use_config_enable_qty_inc] => 1 [enable_qty_increments] => 0 [is_decimal_divided] => 0 [type_id] => simple [stock_status_changed_automatically] => 0 [use_config_enable_qty_increments] => 1 [product_name] => La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968 [store_id] => 1 [product_type_id] => simple [product_status_changed] => 1 ) [is_in_stock] => 1 [is_salable] => 1 [website_ids] => Array ( [0] => 1 ) [request_path] => la-academia-de-san-carlos-en-el-movimiento-estudiantil-de-1968-9786072002616-libro.html [url] => http://www.libros.unam.mx/la-academia-de-san-carlos-en-el-movimiento-estudiantil-de-1968-9786072002616-libro.html [final_price] => 126.0000 ) 1
La Academia de San Carlos en el movimiento estudiantil de 1968
MXN
$180
0