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Alfonso Méndez Plancarte, además de su brillante estudio preliminar y de sus notas, nos presenta muestras de la labor poética de Arias de Villalobos, de Pedro de Marmolejo, de Juan de Palafox y Mendoza, de Luis de Sandoval y Zapata y de Francisco de Castro, entre otros. [short_description] => Esta antología de Poetas novohispanos, de 1521 a 1821, llega ahora a su segundo siglo, del cual ofrece, aún con más novedad que la del primer siglo, un inédito panorama. Baste decir que la riqueza de esta centuria (1 621 -1721) rebasa la capacidad de un tomo, y exigió duplicarla, aunque ambos formarán un todo indivisible.
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(1909-1955) destacó por sus exhaustivos y eruditos estudios sobre nuestra poesía colonial. Los tres tomos de Poetas novohispanos (1942, 1944 y 1945) enriquecieron considerablemente nuestro conocimiento de la poesía de este periodo. Otro trabajo fundamental del padre Alfonso fue su edición de las Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz (1951, 1952 y 1955), cuyo tomo iv preparó en 1957 Alberto G. Salceda. El laborioso Alfonso Méndez Plancarte, además de otros estudios de literatura colonial –como la notable prosificación y estudio de El sueño de Sor Juana (1951)– hizo ediciones de las Poesías completas de Rubén Darío (Madrid 1952) y de Amado Nervo (Madrid 1955), y dedicó un buen estudio a Salvador Díaz Mirón, Díaz Mirón, poeta y artífice (1954).
[toc] => Introducción
PBRO. BR. ARIAS DE VILLALOBOS (1568-f1. 1621)
ANÓNIMO DE LA PASIÓN (ms., pr. ¿del xvii?)
EN LA BEATIFICACIÓN DE S. FELIPE DE JESÚS (ms., ¿1629?)
Redondillas al recibimiento de los Mártires 37
"PARTIDA DE N. SRA. DE GUADALUPE" (1634)
"De David divina Torre" 40
PEDRO DE MARMOLEJO (1635)
ELEGÍAS A FRAY HORTENSIO PARAVICINO (1639)
DOÑA MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA (1640)
ARCO DE MÉXICO AL MARQUÉS DE VILLENA (1640)
JUAN ORTIZ DE TORRES (1645)
PBRO. Lic. FRANCISCO CORCHERO CARREÑO (1649) 68
V. Ilmo. D. JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA (1600-1659) 72
"MARTE CATÓLIOO", Arco al duque de Alburquerque (1653)
CAPITÁN DON LUIS DE VERRIO (1654) 96
DON DIEGO GONZÁLEZ DE CONTRERAS (1654) 100
JUAN RODRÍGUEZ DE ABRIL (1654) 103
CIIANZONETAS DE SAN PEDRO... (1654) 105
AMBROSIO DE SOLÍS AGUIRRE (Obras: 1643-1672) 117
P. MATÍAS DE BOCANEGRA, S. J. (1612-1668)
DON LUIS DE SANDOVAL Y ZAPATA (med. del XVII)
FRAY MARCOS CHALÓN, O. F., M. (1658) 154
ANÓNIMO CARMELITA (1667)
(Altar en la dedicación de catedral) 159
ILMO. DR. D. ISIDRO DE SARIÑANA (1631-1696) . 165
DON AGUSTÍN DE SALAZAR Y TORRES (1642-1675) . 176
DR. JOSÉ DE LA LLANA (1672) . 187
BR. ANTONIO DE UGALDE (1672) . 190
PBRO. BR. D. DIEGO DE RIBERA (Obras: 1663-1685)
PBRO. BR. JOSÉ DE VALDÉS (1673) 205
P. NICOLÁS DE GUADALAJARA, S. J. (1631-1683) 208
PBRO. BR. D. IGNACIO DE SANTA CRUZ ALDANA (1677)
P. MIGUEL DE CASTILLA, S. J. (1681)
P. FRANCISCO DE CASTRO, S. J. "1680?) [free_reading] => La primavera lírica de nuestro Primer Siglo -"prima" y "vera" en Terrazas, Eslava, Córdoba y Bocanegra, fray Miguel de Guevara, Balbuena o Alarcón-, grana más fértil en el Siglo Segundo, aunque venga ignorándose mucho más. Si aquél, por su propia antigüedad y su relativa llaneza, ha sido el predilecto de insignes investigadores, las otras dos centurias novohispanas se han deturpa-do, en síntesis prematuras, como "una nube de versistas ilegibles" en absoluta "depravación del buen gusto" (Icazbalceta), por la "funesta epidemia irresistible" (Vigil) del "enmarañado e insufrible gongorismo" (Pimentel) y -exceptuando a Sor Juana, por "sobrenatural" privilegio-, todo "pedantería y aberración" (Menéndez y Pelayo), "letal estancamiento" (González Peña), y "naufragio de la producción total" (Jiménez Rueda). Pero nos calumniamos, dando arraigada fama de erial a una selva ilustre, ya que si al alborear el XVII "proseguía siendo México la Metrópoli literaria del Mundo Americano" (M. y P.), no hay la menor verdad en esa unánime fantasía de su posterior y bisecular degeneración? Ya para Pimentel, en todo nuestro seiscientos, "sólo hubo una persona de México que escribiera satisfactoriamente" -Sor Juana-, y aun ella, "rara vez correcta", pues todo lo arrasó "el gusto pervertido", fuera de la canción del padre Bocanegra, "de las menos malas", o de la "sencillez y naturalidad" de Villagrá (cuya fecha de 1610 cambió por 1660, con igual distracción, entre otras, que al llamar "Don Arias" a Villalobos, quien jamás se "endonó"... Vigil -con el propio gracioso indulto a Bocanegra, y aun mayor estimación de Sor Juana-, también confunde todo el resto "en la misma matriz de extravagancia y mal gusto", por tres convergentes causas: los "temas forzados", religiosos o cortesanos, que necesariamente "no sentían"; la "secta de Góngora", con sus "dogmas absurdos" y su "deplorable manía" de lo "obscuro y ridículo"; y -¿cómo no?- el Santo Oficio, que "se hizo sentir en el orden literario, imprimiéndole carácter rigurosamente conventual", y cuya "sombría amenaza" obligaba al "vacío de ideas" y al "escamoteo del pensamiento", bajo un "galimatías rimbombante"... A lo que añadiremos que él también se distrae fechando a Villagrá en 1660, o convirtiendo en "un tomo en folio" cierto mínimo opúsculo de Avilés; y que la "Antología" de la Academia Mexicana, que él prologó, da a Sor Juana -única desde Eslava hasta Navarrete- menor espacio que a un don Porfirio Parra y a otra docena así... ¿Qué más, si hasta Menéndez y Pelayo, en esta etapa, resulta excepcionalmente ayuno y superficial? Para no deber nada a Pimentel, ni en lb bibliográfico, sus siglos XVII y XVIII quedaron más escuetos de información que los otros. Sin más que alguna displicente alusión. -Sigüenza, "de los más lóbregos"... , o Bocanegra, "no despreciable"...-, "la poesía mexicana se reduce a un sólo nombre", la Décima Musa. Y a más del ponderar que al Triunfo Parténico "concurrieron más de cincuenta aspirantes" (pasando de quinientos los de sólo uno de sus certámenes), nada sino el elegante rasero sobre nuestra "plaga de versificadores gongorinos", y esta curación en salud, aristocrática y paternal: "A los eruditos del país corresponde la tarea de entresacar de todo ese fárrago lo que pueda tener algún valor relativo"... Claro que, al historiar en pocos meses y allá en su Santander toda la poesía hispanoamericana, ni aquel genio podía explorar por sí nuestra selva virgen. Mas desoyendo su intimación nuestros "eruditos" (acaso temerosos de ese "nombre infamante") -y, ya en la descansada senda de liquidar dos siglos, con tan paradójica síntesis sin previo análisis-, apenas se ha hecho, al recopilarlo, sino "aligerar" sus datos y recargar líricamente sus sombras. Así, en González Peña, "la mala hierba gongorina... inficionándolo todo", pues nadie se resignaba a ser comprensible"... ; todos "gongorizando rabiosamente", como "locos de remate" o "saltimbancos ociosos en pleno vacío intelectual" y sin "espontaneidad y sinceridad"... ; la Colonia reducida a "muy pocos libros" por su "letal aislamiento", y el "sórdido fanatismo" imponiendo su "uniforme matiz claustral"... ; el Triunfo Parténico, o sea 'la cúspide del gongorismo mexicano", constituyendo una sentina de extravagancias"; los poetas -salvo el padre Bocanegra, "acaso el único que merezca recuerdo"-, todos "calamitosos", "pavorosos" o "estrafalarios", para juzgar lo cual "bastan los títulos" (aunque no impidan convertir a Muñoz de Castro en "Camargo", o describir como "un pavoroso tomo" las once fojas de López Avilés); y nada, en fin, sino "una greguería de urracas disonantes", sin más que el súbito "gorjeo melodioso" de Sor Juana, y aun ésta, nada "sincera" en su "tributo al mal gusto".. . Así, no menos, en Jiménez Rueda: la "imitación gongorina" causando "estragos" universales, pues aun Sor Juana, que "salva del naufragio la total producción" de estos siglos, "es abigarrada y de mal gusto" en la parte de su obra fiel a Góngora; ni hay, fuera de ella, sino "carencia de ideas" y "gárrula, palabrería", donde "no queda nada de sentimiento", para evidenciar lo cual "basta y sobra" con los títulos (sin perjuicio de creer que el Oriental Planeta de Sigüenza es un "grave libro científico", o que existió una "gramática de Rengif o", o que Sandoval Zapata se llamaba "Saavedra y Zapata", o que el Pbro. Lic. D. Juan de Guevara fuera "Fray Juan"...). Y Luis Alberto Sánchez -abarcando al continente en su compasión-, califica de "ramplona" a la "perezosa musa colonial", de "beato" a lo religioso, y de "canijo" a todo su teatro (sin dignarse mentar el de Sor Juan), al par que afirma que "en América no hubo gongorismo..., excepto cuatro o cinco poetas y prosadores", aunque sí un "muladar culterano" y las consabidas "urracas gongorinas" (y también él, con la seriedad que revela el creer que Sor Juana "escribió bajo el pseudónimo de Sor Filotea", o el ponderar la Primavera Indiana de Sigüenza como un colmo de "enrevesado tema", etc., etc.). El "odio antiguo" a Góngora, que identifica "gongorino" y "necio", lleva al extremo de que, para loar a Sor Juana, se fantasee que "no se contaminó" (Vigil), o que en ello no fue "sincera" (Jiménez Rueda, González Peña...); y el perezoso olvido de la no interrumpida tradición de poesía "natural", paralela a todo nuestro barroco, da perfil de milagro a la "sencillez" de ciertas poesías de la Décima Musa y de algún otro, cuando no la emprende hasta con ella, "atacada con bastante fuerza" de tal "enfermedad", o delira viendo "todas enfermas de culteranismo" aun a las más prosaizantes y llanas rimas del padre Guadalajara y de Muñoz de Castro. . . (Dr. Miguel Galindo). Así, todo confirma tal desdén global y apriorístico de ese "fárrago" que es nuestra poesía de dos siglos, y que dispensa de malgastar el tiempo en su estudio. Y hoy todavía, cuando una pléyade eximia de críticos eminentes ha reivindicado al barroco literario de España, esa nueva justicia no alcanza al nuestro, salvo algún retoque en la alusión a Góngora, sino que todo queda arreglado y "puesto al día" con declarar bastardo nuestro gongorismo, como de "poetas sin condiciones de cultura ni talento" (Jiménez Rueda), y sonreír de "estos rimadores de ultramar" (Torres-Rioseco), que nada tenían que ver con el genial Cordobés... Muy otra, sin embargo -diametralmente opuesta y lúcida de optimismo glorioso-, es la visión de nuestro seiscientos a que nos lleva la revisión sistemática de su poesía que aquí ensayamos iniciar, a base de una directa investigación histórica y desde la moderna perspectiva crítica del barroco y del gongorismo... 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