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Gasca Zamora, José
Es doctor en geografía (Territorio y sociedad) por la Facultad  de Filosofía y Letras, unam. Sus líneas de investigación son: geografía regional, desarrollo económico regional y planeación y gestión del desarrollo territorial. Es investigador titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Económicas y profesor de asignatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México
    [toc] => Introducción	9
1. El centro de la ciudad postgentrificada en la sociedad de Los consumidores
Caries Carreras Verdaguer	17
2. Consumo y gentrificación en la Ciudad de México
Patricia E. Olivera Martínez	35
3. Los centros comerciales en la Ciudad de México: difusión espacial y efectos en la reestructuración urbana
José Gasca Zamora	57
4. La perspectiva histórica en el estudio de los espacios económicos urbanos contemporáneos
Eduard Montesinos Ciuró	95
5. Gentrificación y consumo: una aproximación a través del comercio en el barrio del Raval de Barcelona
Sergi Martínez-Rigol	111
6. Gentrificación y consumo: el papel de los mercados municipales
Lluís Frago Clols	137
7. Espacios de consumo y consumo de espacios. Nuevos enclaves de ocio nocturno en el centro de la Ciudad de México
Ibón Díaz Parra y Luis Alberto Salinas Arreortua	157
8. Patrones espaciales del consumo nocturno: el caso de la música popular alternativa en la Ciudad de México
Alejandro Mercado Celis	175
9. Reestructuración urbana y configuración policéntrica en América Latina. El caso de la ciudad de Toluca
Guadalupe Hoyos Castillo	197
10. El consumo global a partir de un estudio para el caso de la población joven en la Zona Metropolitana de Toluca desde el enfoque de la geografía
Rodrigo Huitrón Rodríguez y Alejandro Izquierdo Peralta	217
11. Abasto electrónico de alimentos: antecedentes y posibilidades de desarrollo en México
Felipe Torres Torres	243
12. Producción y consumo de alimentos orgánicos. Contexto de la distribución de los mercados y tianguis de productos orgánicos en México
Luz Vanessa Pérez Tapia	263
13. Un plantón y un espía en el Zócalo de la Ciudad de México: un diálogo entre la elocuencia, el consumo y el paisaje urbano
Claudia Villegas Delgado	283
14. Rupturas urbanas: el espacio de los movimientos sociales en la ciudad contemporánea. El caso del 15-M en España
Alejandro Morcuende González
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Comprender las expresiones del consumo y el comercio en la ciudad contemporánea resulta una tarea que se puede abordar desde diferentes marcos teóricos y vertientes de análisis. Primero, porque se inscriben dentro de la transformación socio-espacial y productiva que registran las urbes en las últimas décadas; segundo, porque están inmersos en las mediaciones impuestas por la política y la gestión pública que inciden en las formas de regulación y ordenamiento del territorio urbano; y, tercero, porque implican la participación de actores de distinta naturaleza que operan bajo racionalidades diferenciadas.
Una lectura inicial para dar cuenta de los cambios recientes que registran los espacios orientados al consumo y el comercio es comprender cómo las ciudades han respondido a las tendencias de reestructuración productiva. En este sentido, se reconoce que la crisis que la ciudad industrial fordista experimentó desde la década de los setenta del siglo XX provocó el repliegue relativo de segmentos manufactureros tradicionales y promovió nuevas formas de organización empresarial basadas en la descentralización, externalización y relocalización de sus actividades. En este contexto cobraron importancia ramas y empleos basados en la innovación, el conocimiento y la información; se expandieron procesos de subcontratación, así como actividades relacionadas a la distribución comercial, logística, servicios al productor y posventa y, en general, aquellas involucradas en la intermediación. La preponderancia actual de estas actividades se considera un referente para explicar el nuevo perfil productivo de las ciudades en su conjunto, pero también su reorganización espacial interna.
Un segundo abordaje se encuentra en el proceso de globalización económica y sus repercusiones locales, en este caso a partir de mayores flujos de capital comercial, financiero e inmobiliario que tienen como destino numerosas ciudades alrededor del mundo. Así, por ejemplo, grandes firmas del ramo minorista registraron una amplia difusión internacional desde la década de los noventa, favorecida por la desregulación de inversiones foráneas y las políticas de liberalización comercial. Países como México acogieron la llegada de múltiples consorcios en este rubro, incluyendo las dedicadas a la venta de productos por medio de internet, que se sumaron a las cadenas nacionales en modalidades como supermercados, almacenes especializados, retailers multimarca, franquicias, tiendas de conveniencia, entre otras. La competencia entre diferentes empresas en estos segmentos y sus estrategias de expansión ha conllevado a una intensa colonización de negocios minoristas en la ciudad a partir de innovaciones en los formatos y tamaños de las firmas, lo cual, a la vez, ha transformado los lugares y tiempos del consumo.
En este mismo ámbito, el capital financiero-inmobiliario también ha registrado un amplio despliegue mediante la participación de grandes consorcios de inversionistas, empresas que manejan fondos de inversión y firmas de desarrolladores que han encontrado en los proyectos urbanos un gran potencial para su crecimiento. Una de las consideraciones para entender la fase expansiva del sector financiero global en contextos urbanos es la búsqueda de nuevos circuitos de valorización en respuesta a situaciones y momentos críticos de sobreacumulación. En este sentido, se considera que las inversiones en capital fijo, como infraestructuras y bienes inmuebles, representan rubros estratégicos para colocar excedentes a largo plazo que son necesarios para sostener los ciclos de reproducción del capital.
El auge inmobiliario sin precedente, registrado en los últimos años por diversas ciudades, se debe en buena medida a su capacidad para captar altas rentas del suelo. La movilización de capital se ha dado en distintos renglones como la producción de desarrollos residenciales, grandes edificios del sector corporativo y de oficinas, centros comerciales, distritos de negocios, complejos de usos mixtos, hoteles y segundas residencias en destinos turísticos. En un sentido similar se pueden considerar los flujos de inversión colocados en negocios e inmuebles asociados al ocio, el entretenimiento y el consumo cultural, considerando el importante patrimonio material y simbólico que poseen diversas ciudades.
La financiarización del desarrollo urbano y la creciente movilización de capital inmobiliario no podría ser explicado sin la participación de los gobiernos en el rediseño de la política pública, los nuevos arreglos institucionales de la ciudad y la adopción de formas inéditas en la gestión urbana, los cuales tienen como rasgo común su acentuado giro hacia el mercado y la participación de agentes privados. Acciones de promoción y marketing para atraer inversiones foráneas; nuevos códigos de desregulación, recalificación y redensificación del suelo; facilidades para el desarrollo de proyectos auspiciados por empresas privadas o asociaciones público-privadas dispuestas al "rescate y revitalización urbana", así como la puesta en marcha de mecanismos para la concesión de espacios, equipamientos y servicios públicos de la ciudad, son expresiones del ascenso del régimen urbano neoliberal.
Los proyectos donde convergen firmas comerciales, negocios inmobiliarios y políticas empresarialistas urbanas se expresan en acciones que podrían considerarse importantes por sus efectos en la reactivación y refuncionalidad de distintas partes de la ciudad, pues se parte de la idea que benefician lugares donde se amplía la oferta de bienes y servicios, lo que eventualmente contribuye a la consolidación de áreas que ofrecen mayor calidad de vida; también se considera que han mejorado las condiciones del entorno urbano y se han renovado espacios con estilos de vida modernos y alternativos, sin embargo, desde otra perspectiva, resultan controversiales porque, además de desdibujar las formas preexistentes de comercio y consumo, se les asocia a procesos de desplazamiento y segregación urbana debido a sus efectos sociales diferenciadores y excluyentes.
Uno de los conceptos que intenta dar cuenta de lo anterior es el de gentrificación. Acuñado inicialmente en ciudades como Londres, en su sentido original el término explicó cómo las clases trabajadoras fueron desplazadas por nuevos sectores medios durante la renovación de las áreas centrales degradadas de la ciudad. La gentrificación ha propuesto una agenda de investigación con variadas interpretaciones respecto a las causas y efectos de la expansión del capital en el mercado de bienes raíces de la ciudad, la emergencia de áreas con mayor estatus social, los procesos de invasión y el desplazamiento de sectores sociales; los cambios en la composición del empleo y las funciones productivas originados por el auge de nuevas actividades económicas, así como los procesos de regeneración y sucesión en los usos de suelo, entre otros. Todo ello tiene sus expresiones más significativas en las áreas centrales de las ciudades.
Desde la perspectiva de los espacios del consumo y el comercio, la gentrificación plantea dos aproximaciones: la primera pretende dar cuenta de la creación de entornos que favorecen el acceso a bienes y servicios a partir de nuevas prácticas sociales y estilos de vida promovidos por la llegada de población de estratos medios, segmentos de jóvenes, "clases creativas" y empleados de mayor calificación e ingresos. En este sentido, los usuarios serían los principales promotores de un nuevo contexto de consumo que acompaña o contribuye a crear, impulsar o consolidar la ascendencia socioresidencial. En la segunda, la gentrificación da cuenta del advenimiento de un capitalismo rentista extremadamente depredador en la ciudad impulsado por la adquisición lucrativa del suelo que realizan las empresas a partir del diferencial de rentas que se genera por la depreciación de barrios, calles tradicionales o áreas con actividades en declive. En este proceso el agente de cambio son los desarrolladores inmobiliarios que, a partir de estas formas de revaloración/reapropiación del suelo, despliegan nuevos proyectos residenciales y equipamientos de consumo de bienes y servicios para sectores de mayor poder adquisitivo, todo ello bajo la protección y auspicio de políticas empresarialistas urbanas. Desde esta perspectiva, la gentrificación tiene un sentido marcadamente elitista y es visto como una fuerza que forma "Islas de prosperidad en un mar de decadencia" en la ciudad. Su efecto espacial polarizador y fragmentador acentúa las tensiones y conflictos sociales debido, entre otros aspectos, al desplazamiento de los residentes originales -generalmente de barrios populares y poblaciones tradicionales-, su carácter excluyente y la mayor presión sobre recursos y servicios públicos.
Si bien la gentrificación se ha posicionado como una categoría que en los últimos lustros goza de amplia aceptación, principalmente en la comunidad académica con una cierta postura crítica en los estudios urbanos contemporáneos, desde otras miradas ha resultado una categoría controversial por su poder explicativo sobredimensionado y su pretensión de analizar desde países centrales las complejas realidades que presentan las ciudades latinoamericanas y de otras latitudes, por lo cual se sugiere llevar a cabo reflexiones críticas que permitan su adaptación bajo los contextos y ritmos específicos de nuestras ciudades.
Una alternativa para comprender la transformación que registran los espacios del comercio y el consumo es situarlos como parte de procesos más amplios de reorganización espacial interna que registran las ciudades. Ello implica tomar en cuenta las tendencias recientes de urbanización, las dinámicas de movilidad territorial de la población, así como cambios en la morfología y las funciones que registran las ciudades.
Desde esta perspectiva se advierte que asistimos a un periodo donde diversas ciudades y metrópolis alrededor del mundo, especialmente aquellas de mayor jerarquía y tamaño, muestran signos de agotamiento de su estructura monocéntrica y experimentan procesos de suburbanización y periurbanización difusa de amplias dimensiones producto de las formas de expansión residencial de baja densidad. Este fenómeno replantea las relaciones entre centro y periferia de la ciudad con distintas consecuencias en la dinámica de los espacios del comercio y el consumo.
Así, en un primer momento, la expansión de la ciudad hacia áreas suburbanas y periurbanas sostuvieron una importante fase de auge en la edificación y la refuncionalidad económica. Simultáneamente, el declive económico la degradación física y el "vaciamiento demográfico" de la ciudad interior, afectaron la vitalidad urbana y productiva, especialmente de sus áreas centrales. Las fuerzas centrífugas de la difusión urbana que promovieron la dispersión poblacional y la urbanización hacia las zonas exteriores implicó la emergencia de subcentros que permitieron articular nuevas áreas de servicio a partir de aglomeraciones de empresas que desempeñan funciones descentralizadas en la distribución de bienes y la oferta de servicios en grandes superficies especializadas como hipermercados, centros comerciales, distritos de terciarios y otro tipo de nodos económicos productivos y orientados al consumo.
Si bien esta refuncionalidad económica espacial tiende a configurar estructuras policéntricas en la ciudad, el modelo de urbanización extendido y de gran dispersión hacia la periferia también deriva en altos costos en términos de movilidad y accesibilidad física de la población; limitada dotación de equipamientos y servicios para áreas residenciales extremadamente alejadas, así como mayor contaminación provocada por un creciente uso del transporte motorizado. Para revertir esta situación, en un segundo momento se han puesto en práctica políticas urbanas, acompañadas por reinversiones privadas, que tienden a promover un modelo de ciudad compacta en el cual la centralidad recupera su valor estratégico a partir de los costos de transacción de las empresas, la oferta de servicios públicos, el uso residencial y la reactivación de nuevas actividades económicas, procesos que se considera eventualmente contribuirán a mejorar la eficiencia social y económica de la ciudad. Bajo este contexto las empresas inmobiliarias encuentran un ambiente favorable para emprender nuevos negocios atraídos principalmente por la captación de mayores rentas potenciales en el mercado del suelo de dichas áreas.
En estas circunstancias las áreas centrales de muchas ciudades, en sus propios ritmos e intensidades, van adquiriendo mayor relevancia desde tres vertientes: primero, como ámbito para movilizar capital financiero-inmobiliario a partir de inversiones orientadas a la redensificación, reciclamiento y edificación a mayor intensidad en proyectos residenciales, comerciales y de servicios; segundo, como hábitat y espacio de trabajo revalorado y resignificado que atrae la llegada de empresas y residentes de mayores ingresos, así como empleados del sector terciario, y, finalmente, como un lugar que tiende a reposicionar sus recursos patrimoniales históricos y culturales, lo que permite configurar nuevos circuitos y lugares en la oferta de ocio, turismo, entretenimiento y, en general, actividades, eventos y espectáculos asociados al valor simbólico de la ciudad. La confluencia de estos procesos da como resultado un nuevo ciclo de ascenso de las áreas centrales de las ciudades, e incluso próximas a éstas, que abren múltiples posibilidades en el uso, reapropiación y reactivación de los espacios orientados al consumo y el comercio. Esto no significa necesariamente que otras áreas de la ciudad estén declinando, en todo caso algunas ciudades también parecen experimentar simultáneamente procesos de producción inmobiliaria, reactivación económica y refuncionalidad productiva tanto en sus áreas centrales como en diferentes enclaves suburbanos y periféricos.
Un factor importante en la comprensión de las expresiones contemporáneas del consumo en la ciudad es la forma en que las prácticas sociales son mediadas por valores culturales y estilos de vida de grupos específicos. Desde esta perspectiva, las tendencias hacia la segmentación y la fragmentación social de las formas de consumo no sería solamente un fenómeno económico imputado a las características de ingreso de la población o la maximización de beneficios de las empresas mediante su oferta diferenciada de productos, sino que estaría mediado por factores subjetivos y atributos que afectan las percepciones y los comportamientos de sujetos y grupos diversos como edad, género, etnicidad, costumbres, identidades urbanas, orientaciones sexuales, entre otros.
A diferencia de los productos, las formas y los lugares asociados al consumo masivo y estandarizado -ampliamente difundidos por empresas globales-, en este caso el acceso a bienes y servicios representa una decisión cargada de sentidos y significados que hacen del consumo una acción reflexiva y consciente. Desde esta perspectiva se explicaría la emergencia de formas y espacios menos
habituales como las áreas dedicadas al consumo de minorías étnicas de larga data y producto de oleadas migratorias recientes, los mercados de economía social y solidaria, las ferias de productos orgánicos, o bien lugares de ocio para jóvenes que buscan consumos culturales no convencionales, por ejemplo, expresiones musicales alternativas, barrios hípster, entre otros. Si bien se trata de casos cuya presencia podría considerarse marginal, representan opciones donde las comunidades y grupos sociales específicos reclaman sus propios espacios de consumo en el tejido urbano.
Las formas y lugares del consumo responden en última instancia a nacionalidades materiales y simbólicas diferenciales no sólo en términos socioculturales, sino también contradictorias en términos sociopolíticos. Desde esta última postura, la producción de la ciudad expresa un conflicto de sentido en cuanto que las formas de apropiación, uso y consumo del espacio revelan formas de hacer ciudad y ciudadanía desde posiciones e intereses sociales contrapuestos. La ciudad misma se convierte, cada vez con mayor frecuencia, en arena de impugnación de diversos actores de la sociedad frente a las prácticas materiales y las políticas neoliberales que han implicado modelos excluyentes de habitabilidad, creciente concesión y mercantilización de la ciudad, afectaciones en las condiciones de la población y transgresión de derechos sociales.
La presente obra reúne un conjunto de trabajos que se inscriben en los procesos anteriores y que se presentan en distintos contextos urbanos. Aunque las aportaciones son diversas, tienen en común la preocupación por reflexionar y analizar temas que inciden en la transformación socioespacial de la ciudad contemporánea en la relación de los procesos del comercio y el consumo.
Los 14 capítulos compendiados discuten sobre distintos argumentos teóricos y conceptuales para situar y redimensionar elementos explicativos de cada tema, pero, sobre todo, contribuyen con evidencias empíricas desde ámbitos específicos. Inicialmente las ciudades de México y Toluca resultaron referentes para México, las cuales se sumaron a enriquecedoras experiencias registradas en las ciudades de Barcelona y Madrid. Aunque algunas propuestas presentan analogías en sus ejes temáticos y sus hallazgos, la perspectiva de estudio no pretende ser comparativa sino abierta a distintas miradas analíticas en aras de comprender la diversidad de expresiones del comercio y el consumo.
El libro se inscribe en los resultados del Programa de Apoyo para Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT 1N30261 5) "Diversificación espacial del comercio y el consumo en la ciudad contemporánea", y fue posible
gracias al invaluable apoyo de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), dependencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, que aportó los recursos necesarios durante dos años para distintos requerimientos del trabajo de investigación, reuniones académicas, formación de estudiantes y difusión de resultados.
Considerando este esfuerzo colectivo se desea dejar constancia del esmero y dedicación asumidos por todos y cada uno de los investigadores, profesores, estudiantes de posgrado y becarios para la realización de la obra. Asimismo, hacemos patente un reconocimiento a las dependencias académicas que respaldaron el trabajo de los autores: la Universidad Nacional Autónoma de México, por medio del Instituto de Investigaciones Económicas, la Facultad de Filosofía y Letras y el Instituto de Geografía; la Universidad Autónoma del Estado de México, por la Facultad de Planeación Urbana y Regional y la Facultad de Geografía; la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, y la Universidad de Barcelona, con la participación del Observatorio de Comercio Urbano.
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