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Maestra y doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana. Cuenta con el nivel D del PRIDE. Miembro del SNI (nivel II) y de la Academia Mexicana de las Ciencias. Especialista en el área de estudios culturales canadienses, adscrita a las líneas de investigación de Migración y Fronteras, e Identidades y procesos culturales. Ha sido investigadora visitante en El Colegio de México, en la Universidad McGill, Canadá, y en la UAM Cuajimalpa. Profesora del Colegio de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras, donde imparte los Seminarios de Investigaciones Literarias I y II (Teoría de la adaptación; Cine y literatura), así como en el Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, con el Seminario sobre Cine, Migración y Fronteras en América del Norte.
Núñez García, Silvia
Investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, UNAM, donde fue directora entre 2009 y 2017. Ha sido reconocida como investigadora asociada del Center for Latin American and Caribbean Studies de Michigan State University y realizado estancias de investigación en instituciones de prestigio como Georgetown University y la Jawaharlal Nehru University, Nueva Delhi, India. Asimismo, fue distinguida como Fellow del Woodrow Wilson International Center for Scholars de Estados Unidos en 1999. Cuenta con estudios de Posgrado en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Miembro del Consejo Directivo de la Red Internacional Metropolis; miembro del Advisory Board del Mexico Institute, del Woodrow Wilson International Center for Scholars de Estados Unidos; miembro del Consejo Asesor del North American Research Partnership (NARP). Fungió como vicepresidenta de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) de octubre de 2013 a octubre de 2017.
Santín Peña, Oliver
Es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (2008), Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la misma facultad (2002) y Licenciado en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras UNAM (1997). Llevó a cabo una estancia de Postdoctorado en Sociología con apoyo de CONACYT (2009-2010) en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en el Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. En 2011 se incorporó al CISAN como investigador con el proyecto “Sucesión y balance de poder en Canadá (1980-2010). Análisis y perspectivas del sistema de partidos después de tres décadas de gobiernos liberales y conservadores”.
[toc] => Presentación
Silvia Núñez García
Athanasios Hristoulas de relaciones problemáticas 37
Oliver Santín Peña
Canadá y México en el contexto del TLCAN: veinte años de Stephen Harper en Canadá 19
Primera parte. POLITICA Y ECONOMÍA 17
Antecedentes y consolidación del liderazgo conservador
Los recursos naturales en Canadá durante el gobierno de Stephen Harper 53
María Teresa Gutiérrez Haces
Segunda parte. CULTURA Y SOCIEDAD 87
Visa canadiense para mexicanos: una reflexión sobre la construcción mediática de Canadá sobre México 89
Juan Carlos Barrón Pastor
Networks in Canadian Cultural Analysis 107
Will Straw
Cómo comprender a Canadá en tiempos de restricción 125
Graciela Martínez-Zalce [free_reading] => Inicio este texto con la paráfrasis de un proverbio árabe que enmarca la razón que ha dado origen a esta obra: "por cada mirada que demos hacia el pasado, será necesario avizorar dos horizontes de futuro", a partir de la celebración de los setenta años de relaciones diplomáticas entre México y Canadá, imperativo para reflexionar en torno al camino recorrido juntos, ponderando logros y dificultades que, sin duda, permiten advertir una importante coincidencia entre ambas naciones, por su vocación en favor de la paz, la armonía y la cooperación. Si bien los hechos contundentes permiten advertir que han sido los aspectos económicos y comerciales los que han concentrado la atención de estos vínculos, con las negociaciones y entrada del TLCAN, hace más de dos décadas, es posible afirmar que gradualmente nuestros lazos se fueron matizando por la influencia y visibilidad en la esfera pública de nuevos actores que, sumados a los gubernamentales y empresariales, han contribuido desde entonces a estimular una interacción en ámbitos clave, como la academia, las organizaciones de la sociedad civil, la cultura y -de manera sobresaliente, a nivel de la interacción- de las entidades subnacionales. Debo confesar que me considero una optimista irredenta, resultado del trabajo cotidiano con los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, estando a la vez obligada a reconocer a los críticos acuciosos de esta relación bilateral cuando esgrimen que ha perdido dinamismo, además de hacer hincapié en que el marco de cooperación institucional debe ir mucho más lejos. Mis reflexiones se centran en enumerar aspectos puntuales que ilustran una alianza positiva entre México y Canadá, además de algunos otros a los que considero se debe prestar mayor atención, más allá de nuestros diferendos coyunturales, o aquellos que nos impone nuestra asimetría en los niveles de desarrollo y demográficos. En el entorno global, ambos países se identifican por su oposición a las políticas proteccionistas y por favorecer el libre mercado, prestando particular atención a que sus acciones fortalezcan la gobernanza democrática. De ello se desprende, entre otras cosas, la importancia que nuestros respectivos gobiernos le atribuyen al acceso a la información, coincidiendo en la necesidad de trabajar conjuntamente en temas de seguridad y justicia, promoción del desarrollo, derechos humanos, protección de datos personales, intercambio cultural y educativo, alcanzando a la cooperación multilateral. A partir de un diálogo constructivo, es importante que todos los actores involucrados directamente en el fortalecimiento de las relaciones México-Canadá desarrollemos la capacidad de "desfamiliarizar lo familiar y familiarizar lo desconocido", como bien señala Zygmunt Bauman. Esto quiere decir que, allende los acuerdos comerciales y políticos, profundizar en nuestra interacción social y cultural es imprescindible para continuar abonando a la confianza entre nuestras naciones. Si bien es cierto que el plan de Acción Conjunta México-Canadá 2010-2012 enfatizó el desarrollo sustentable de nuestras economías, como pauta para impulsar la competitividad (agronegocios, capital humano, comercio, inversión e innovación, energía, medio ambiente, movilidad laboral y vivienda), es posible advertir que, dada su incidencia directa en el bienestar de la población, temas como la salud pública y la equidad de género debieran estar anclados en un mayor número de acciones que las hasta ahora realizadas. La colaboración de Canadá puede ser especialmente significativa para coadyuvar a la disminución de la desigualdad de género en México. Para ilustrar este punto, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano 2015 (Jahan, dir., 2015), Canadá ocupaba el lugar número 9 y México el 74, mientras que en términos del Índice de Desigualdad de Género, Canadá apareció en la posición 25 y México en la 74, con una Tasa de Fertilidad Adolescente de 14.5 para Canadá y de 63.4 para México (número de nacimientos por cada mil mujeres entre los 15 y 19 años de edad). En contraste, en cuanto al porcentaje de mujeres en el Poder Legislativo en 2014, México superaba a Canadá con 37.1 y 28.2 por ciento, respectivamente. En otro sentido, cabe señalar que continuar impulsando el interés por el estudio de Canadá en México ha sido una tarea azarosa, pero altamente gratificante. En el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN, UNAM) no hemos cejado en nuestro empeño por ampliar y fortalecer nuestras investigaciones sobre Canadá, reconociendo la debilidad estructural que las caracterizaba hace más de dos décadas, cuando, institucionalmente, acometimos este reto. Varios colegas del CISAN se destacan por su liderazgo y empeño en esta lid, entre quienes se encuentran los doctores Graciela Martínez-Zalce y Oliver Santín Peña, con quienes comparto la coordinación de este esfuerzo editorial. El énfasis en el estudio de Canadá ha contemplado la investigación, la docencia y la difusión. A la confianza de la propia UNAi, que nos encomendó estas tareas, se sumó la exitosa gestión con el propio gobierno canadiense para obtener fondos provenientes del Development Program Grant durante 2010 y 2011, permitiéndonos estrechar nuestra colaboración con académicos de renombre de ese país, además de ser honrados con la participación de los otrora embajadores de Canadá en México, el excelentísimo Guillermo E. Rishchynski y la excelentísima Sara Hradecky, quienes participaron en diversas actividades académicas. El CISAN también se vio favorecido con la colaboración del honorable Jean-Daniel Lafond, cineasta que encabezó el foro "La importancia del arte y la diversidad en la sociedad contemporánea", coorganizado con la Embajada de Canadá a fines de 2009, en el marco de la visita oficial a México de la entonces gobernadora general Michaélle Jean. Desde nuestra experiencia, hemos constatado que, por encima de sus especificidades, el TLCAN detonó el interés de más investigadores, profesores y estudiantes mexicanos por conocer y reflexionar sobre Canadá, en el marco de esta asociación. Ello ha sido determinante para multiplicar el intercambio intelectual con nuestros pares canadienses, quienes también se vieron estimulados en conocernos. Es en este contexto que nuestra institución creó, con el apoyo de la Embajada Canadiense, la Cátedra Interdisciplinaria en Estudios Culturales Canadienses "Margaret Atwood y Gabrielle Roy", generando un espacio de excelencia académica para fomentar la docencia y la investigación de alto nivel, en donde han sobresalido los temas literarios y la reflexión sobre el fenómeno de la traducción. Sin embargo, el recrudecimiento de la crisis económica en los últimos años cobró factura al modelo de diplomacia cultural que caracterizaba a Canadá, esperando que bajo la nueva administración, encabezada por Justin Trudeau, los gobiernos de México y Canadá la retomen como uno de los ejes estratégicos para reencausar la relación bilateral. Si bien en el plano de la educación superior Canadá es uno de los tres principales destinos al que se dirigen los estudiantes mexicanos, luego de Estados Unidos y España, es imprescindible continuar apuntalando la educación como elemento axial para la construcción de un futuro compartido y próspero en América del Norte. No olvidemos, sin embargo, que motivar a las nuevas generaciones no es tarea simple, por lo que continuamente debiéramos preguntarnos ¿cuáles son las capacidades que los profesores y docentes en los distintos niveles educativos deben reforzar para que los jóvenes de México y Canadá se compenetren en el conocimiento del otro?, ¿de qué herramientas disponemos y cuáles de manera conjunta debiéramos crear? Si tomamos en cuenta que la dinámica de nuestra era está marcada por la velocidad de los acontecimientos, por la influencia decisiva de los medios visuales y de las formas mediante las cuales hoy no sólo podemos trasladarnos de un sitio a otro, sino incluso comunicarnos instantáneamente, utilizando una especie de microlenguaje (twitter), habremos de reconocer que transitamos por una revolución científico-tecnológica y cultural, a través de la cual algunos pensadores hoy advierten ya que las nuevas generaciones tienden a desestimar el pasado, definiéndose más por el rumbo hacia dónde quieren dirigirse, pero sin preguntarse de dónde provienen y cómo es que han llegado al sitio que ocupan. De esto se desprende la importancia de retomar el significado histórico de nuestra relación bilateral de más siete décadas, aprovechando para proponer que esta tarea sea realizada por un colectivo de investigadores y estudiantes mexicanos y canadienses, segura de que, a mayor número de proyectos educativos, de investigación o de difusión conjuntos que echemos a andar, contribuiremos a generar sinergías entre las nuevas generaciones, encaminándonos hacia la empatía. Reivindicar esta historia compartida, más allá de su corta o larga duración, además de conocer la historia del "otro", es ubicarnos en el centro del pensamiento humanista. En consecuencia, aquellos de nosotros que tenemos la fortuna de coadyuvar a la formación de los jóvenes interesados en el conocimiento de Canadá o de su relación con México, desde distintas disciplinas, tenemos la obligación de partir del combate a la ignorancia del pasado, pues no es sólo el resultado de una falta de información, sino de la indiferencia. Esto resulta indispensable para encaminarnos a un porvenir que deberá ser mejor a lo previamente conocido. Vale la pena subrayar que nuestra septuagenaria relación bilateral tiene un atributo fundamental: la bondad de haber surgido sin las sombras del poder y la dominación del uno sobre el otro, ni de aquellas marcadas por el resentimiento o la discriminación. Mexicanos y canadienses compartimos valores comunes, como el trabajo y la solidaridad, además de estar "sentenciados" por nuestra vecindad geográfica, circunstancia que nos obliga a vernos de frente. Más allá de los acuerdos a los que lleguen los líderes de ambos países, las sociedades canadiense y mexicana deben exigir pasos contundentes en beneficio del porvenir, sin olvidar también que "La cooperación internacional es demasiado importante como para dejarla exclusivamente en manos de los gobiernos", como lo señaló en alguna ocasión el connotado canciller alemán Willy Brandt. Queda ahora este libro a la consideración de los lectores, no sólo para conmemorar siete décadas de relaciones diplomáticas entre México y Canadá, sino sobre todo como un intento por comprender cómo afectan las políticas nacionales de los gobiernos a sus políticas exteriores -acercando o alejando- a naciones enteras. Debido a ello, el periodo de gobierno del primer ministro canadiense Stephen Harper, quien aún estaba en el puesto durante esta conmemoración, es un elemento central en las cavilaciones emanadas de este trabajo, pues su administración generó una reconsideración de la confianza mutua entre los gobiernos canadiense y mexicano hasta el final de su gestión. Seis son los artículos que abordan distintos ámbitos de la política canadiense bajo el gobierno de Harper y algunas repercusiones que aquélla tuvo para México. Una primera parte de este libro se centra en conocer los orígenes y llegada al poder del más reciente gobierno conservador en Canadá. También se analizan dos décadas del TLCAN, así como el sello que imprimió la administración de Harper a la explotación de recursos naturales no renovables. En la segunda parte se revisan aspectos relacionados, preponderantemente, con la cultura y la sociedad, tomando en cuenta las percepciones de México en los medios canadienses, las redes académicas y los hechos que han formado parte de la diplomacia cultural canadiense. En la primera parte del libro, "Política y economía", Oliver Santín Peña analiza en su artículo los antecedentes y consolidación del conservadurismo que dominó Canadá durante buena parte de las dos primeras décadas del siglo >0{1. Para ello hace un seguimiento de los orígenes políticos de Stephen Harper como diputado reformista en el oeste canadiense durante los años noventa, hasta llegar a convertirse en el máximo patriarca del conservadurismo de todo Canadá. De igual modo y gracias al sistema electoral canadiense, se analiza de qué manera Harper se consolidó como uno de los primeros ministros más poderosos, y también más polémicos de ese país en años recientes. Por su parte, Athanasios Hristoulas centra su análisis en la relación bilateral Canadá-México durante tres periodos. El primero abarca la época previa a la firma del TLCAN, cuando predominaba una relación distante y recelosa. El segundo aborda los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, y la forma en que los gobiernos de Canadá y México decidieron encarar el asunto, cada uno por separado e intentando salvaguardar sus particulares intereses. El tercer periodo se centra en estudiar la relación bilateral durante la gestión de Stephen Harper, así como las diferencias que surgieron entre ambos países. En su contribución, María Teresa Gutiérrez Haces realiza una muy acertada revisión del gobierno de Stephen Harper en materia de explotación de recursos naturales no renovables, con especial atención en la influencia que tuvo el oeste del país (de manera particular la provincia de Alberta) en esas políticas, pues desde ahí se impulsaron las actividades de las empresas canadienses dedicadas a dicho ramo, tanto a nivel nacional como internacional. Lo anterior generó cambios profundos en Canadá, no sólo en el ámbito político, sino también en lo económico y lo social, pues los cimientos del imaginario colectivo canadiense como promotores del desarrollo sustentable y el cuidado y defensa del medio ambiente se trastocaron gradualmente con las políticas impulsadas desde Ottawa. En la segunda parte del volumen, titulada "Cultura y sociedad", Juan Carlos Barrón Pastor toma como punto de partida la visita del primer ministro Harper a México, para conmemorar tanto el aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países, como la firma del TLCAN. Asimismo, a través de un monitoreo de la mención y la imagen de México en medios informativos canadienses, Barrón sigue el tema de la imposición de visa a los ciudadanos mexicanos para visitar Canadá y la relación estrecha que tiene esta medida con el gobierno conservador que la impuso. Cabe añadir que, desde luego, este tema en particular trastocó la relación bilateral de ambos países, generando molestia del lado mexicano, desde el gobierno panista de Felipe Calderón, hasta el de su sucesor, el priista Enrique Peña Nieto, medida que llevó a la relación bilateral a uno de los momentos de mayor indiferencia en años recientes. En su muy innovadora reflexión, Will Straw se pregunta cómo aprovechar el discurso de la infraestructura y las redes (fundamental en la construcción de la idea de lo canadiense) para replantearse los linderos y la forma de operar que hoy en día tiene la cultura canadiense. Straw presenta los diversos modos en que, en la actualidad, se realizan los estudios canadienses en el mundo, y señala cuáles son las herramientas para crear nuevos instrumentos de análisis de los productos culturales canadienses, con base en una conformación multidisciplinaria internacional que incluye al urbanismo, los estudios musicales, los estudios cinematográficos, la historia del arte, los estudios fronterizos. Straw hace un recorrido por el desarrollo del campo de los estudios canadienses y su internacionalización, proponiendo una nueva metodología que permitiría considerar el enfoque de los estudios canadienses transnacionales como la ruta que en la primera fase del siglo xxi permea este ámbito. Por su parte, Graciela Martínez-Zalce, desde la definición de lo que ha sido la diplomacia cultural canadiense, estudia la gran diversidad de productos (artísticos y de entretenimiento) anunciados como parte de la exportación de productos culturales por la página de la Embajada de Canadá en México, haciendo un concienzudo recorrido de lo que ha sido la difusión del arte y de la cultura popular canadienses en nuestro país, lo cual ha contribuido a que conozcamos más profunda y directamente a nuestro vecino del norte. El material de este libro colectivo añade elementos específicos y poco abordados en los estudios canadienses en México, pues pone el dedo en algunas llagas abiertas en años recientes, sobre todo por la posición que la administración de Harper manifestó con sus contrapartes mexicanas, durante buena parte de los nueve años en que se extendió su gestión, hasta octubre de 2015. Sólo queda esperar que la nueva época anunciada por el nuevo primer ministro canadiense, el liberal Justin Trudeau, lleven a mejor puerto las relaciones de dos países que, desde la puesta en marcha del TLcAN y hasta el primer lustro del siglo xxi, encontraron las coincidencias suficientes para reconocerse, con base en la confianza y la buena voluntad, como los vecinos del vecino. 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