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Lingüista, filóloga, catedrática, investigadora y académica española radicada en México. Realizó sus estudios en la Universidad de Sevilla us y en la Universidad Complutense de Madrid UCM. Desde 1975 es investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas IIFL (UNAM), profesora de la Facultad de Filosofía y Letras FFyL (UNAM) y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua AML. Sus investigaciones se han dirigido al estudio de la filología mesoamericana, especialmente al idioma náhuatl.
[toc] => Agradecimientos 9
ESTUDIO INTRODUCTORIO
Primera parte. Vida y obra de fray Alonso de Molina 13
La figura de Molina: sus primeros biógrafos 16
Sus modernos biógrafos 20
¿Molina extremeño? 25
Su entrada en la orden. Años de preparación humanística 27
Hacia un nuevo humanismo 30
Molina filólogo, lexicógrafo y gramático 33
Consideraciones finales 41
Segunda parte. El Arte de la lengua castellana y mexicana Análisis de la primera edición contrastada con la segunda 43
El Arte de la lengua mexicana y castellana en la vida de fray Alonso 43
El Arte de Molina desde la perspectiva de la lingüística misionera 45
Descripción física del Arte de 1571 49
Algunas particularidades del Arte de 1576 51
Ediciones del Arte 54
La presente edición: transliteración 56
El Arte: sus fuentes 62
El Arte: su estructura 66
Conclusiones: el nuevo padigma de la composición 97
Bibliografía 101
FACSÍMIL
Arte de la lengua Mexicana y Castellana, compuesta por el muy Referendo padre fray Alonso de Molina de la orden de Señor sant Francisco f. lr-82v
Segunda parte del arte de la lengua Mexicana y castellana. Cap. 1 f lr-35v
TRANSLITERACIÓN
Arte de la lengua mexicana y castellana, compuesta por el muy reverendo padre fray Alonso de Molina de la orden del señor Sant Francisco 137
Epístola 143
Prologo 147
Argumento 148
Diuision del libro 148
De las partes de la oracion. Capítulo 1 149
De los pronombres. Capítulo 2 165
De los verbos. Capítulo 3 171
Del participio. Capítulo quarto 215
Del adverbio. Capítulo 5 219
De las preposiciones. Capítulo 6 225
De las conjunctiones. Capítulo 7 233
De las interjectiones. Capítulo 8 235
Segunda parte del Arte de la lengua mexicana y castellana 237
Capítulo 1. De la cuenta y números 239
Declaración de los verbos dificultosos desta lengua mexicana. Capitulo segundo 247
Del verbo frequentatiuo. Capítulo 3 253
De los verbos reuerenciales. Capítulo 4 255
De los verbos derivatiuos en uia. Capítulo 5 261
De los verbos compuestos. Capítulo 6 263
De los verbos irregulares. Capítulo 7 265
De algunas otras cosas comunes conuenientes para todas las partes de la oracion, conuiene a saber, del phrasis y maneras de hablar que esta lengua tiene. Capítulo octauo 267
Del buen sonido y del acento y buena pronunciación
Capítulo 9 271
Siguese vna breue platica acerca de las cosas dichas en estas dos partes del Arte de la lengua mexicana.
Capítulo 10 273
Índice analítico 279
Índice de nombres 295 [free_reading] => PRIMERA PARTE VIDA Y OBRA DE FRAY ALONSO DE MOLINA Fray Alonso de Molina vino con sus padres, niño, a estas partes de la Nueva España, luego como se conquistó. Y como era de poca edad de prendió con facilidad la lengua de los indios mexicanos. Cuando empezaron los primeros doce padres a cultivar la viña del Señor les sirvió de intérprete y llegando a la edad, tomó el hábito y siempre fue creciendo en virtud y religión. Fue único en saber la lengua de los mexicanos en la que predicó con mucha suavidad y gracia cincuenta años con mucho contento y consuelo de los naturales. Escribió en la mesma lengua muchas cosas muy bien escriptas: Arte de la lengua mexicana, Vocabulario de la mesma lengua. Dos doctrinas, mayor y menor. Confesionario mayor muy cumplido y Confesionario menor. La vida de Nuestro Padre san Francisco. Aparejo para recebir la sacra comunión. Todas estas obras andan impresas y se ayudan mucho los ministros, y los indios y muchos españoles seglares. Es de creer que esté en la gloria eterna gozando de sus muchos y fieles trabajos porque acumuló a ellos grande observancia y celo ferventísimo de la honra de Dios y amparo de los pobres naturales. Murió con mucho aparejo que el Señor le dio mediante una larga enfermedad y está enterrado en el convento de San Francisco de Mexico. Con estas palabras ilumina fray Gerónimo de Mendieta (1524-1604) la breve semblanza que dedicó a su hermano fray Alonso (1510-1579), catorce años mayor que él, en el libro V de la Historia eclesiástica indiana, la gran crónica sobre la evangelización de la Nueva España, terminada en 1596. La semblanza es breve, aunque intensa, y en ella están dibujadas las líneas clave de su figura, en particular su dominio de la lengua, su papel de intérprete y de traductor, su virtud y piedad y sus muchos escritos. Molina llegó niño a la Nueva España, antes de 1523, año en que fray Pedro de Gante (ca. 1480-1572) abrió la primera escuela en Tezcoco, mientras la capital se levantaba de sus ruinas. Aprendió el mexicano jugando en la calle y lo supo como hijo de la tierra. Se consagró a la Orden Seráfica y a la Nueva Iglesia Indiana, "en cuya lengua, desde mi tierna edad hasta agora no he cesado de exercitarme", escribe en la "Epístola Nuncupatoria" de su Arte de la lengua mexicana y castellana. Como franciscano de la estricta observancia elaboró libros en náhuatl que abrieron camino a la evangelización: doctrinas, confesionarios, vidas de santos, y otros escritos. Como humanista enamorado de la lengua, redactó dos Vocabularios: el temprano de 1555, castellano y mexicano, el primero del Nuevo Mundo-; y el de 1571, bireccional, conocido también como Vocabulario grande. Ambos son considerados obras maestras en la historia de la lexicografía y han sido objeto de múltiples reediciones y estudios. 'Panto es así que Molina es conocido en la historia de la lingüística por sus vocabularios y, en menor grado, por su Arte de la lengua mexicana y castellana, publicada en 1571 y, de nuevo, en 1576. Por sus dotes de nahuatlato, la orden confió en su capacidad lingüística y apoyó su trabajo como redactor de obras en náhuatl y acerca del náhuatl, pues ello significaba abrir un camino seguro a la predicación. Vivió muchas temporadas en el convento de San Francisco de México y en el de Santiago Tlatelolco, y estuvo muy presente en el Colegio de Santa Cruz, desde su apertura en 1536. También ejerció tareas de guardián fuera de la ciudad de México, concretamente en Tecamachalco y Tezcoco. Fue muy amigo de fray Bernardino de Sahagún e incluso laboraron juntos en el Colegio y en la redacción de algunos libros. Se admite, sin duda, que Molina fue el autor del siglo XVI que más libros logró publicar en la Nueva España, lo cual dio mucha lumbre a la naciente iglesia indiana, porque muchos de sus libros fueron piedras miliarias en la comunicación entre nahuas y españoles y en la exposición de la fe cristiana. De todos sus escritos, son sus Vocabularios -especialmente el de 1571- los que han atraído la mayor atención de los modernos investigadores. Este hecho ha opacado la importancia de su Arte que, como se verá en este estudio introductorio, contiene materia gramatical excelente. El Arte es, además, la primera gramática impresa del náhuatl, precedida tan sólo por la de su hermano de orden Andrés de Olmos (ca. 1485-1571), Arte de la lengua mexicana, que circuló manuscrita desde 1547. Otro franciscano, Maturino Gilberti (1498-1585), había publicado en 1558 un Arte de la lengua de Michuacan, la primera impresa del Nuevo Mundo. Y poco antes que Molina, el dominico fray Domingo de Santo Thomas (ca. 1499-1630), publicó su Grammatica o Arte de la lengua general de los indios de los reynos del Peru, acompañada del Lexicon o Vocabulario de la lengua general del Peru, Valladolid, 1560. Estos títulos constituyen el preludio de una trascendental empresa misionera, la de penetrar en el universo lingüístico americano aprendiendo lenguas y poniéndolas debajo de arte, siguiendo el impulso de la tradición gramatical de Occidente, tema de enorme interés objeto de estudio del lingüista francés Sylvain Auroux. Para fines del siglo xvi casi todas las lenguas generales de América contaban con arte y vocabulario, y durante los siglos siguientes el impulso continuó sin límites de espacio y tiempo. La obra que aquí nos ocupa, el Arte, ha sido reimpresa en México en 1886 y 1904 con transliteración y notas. En Madrid, en 1945, se hizo una edición facsimilar. En las tres ocasiones salió a la luz sin prólogo ni nota preliminar. Hace unos años (1974) Kenneth Hill la tradujo al inglés precedida de una nota biográfica. Con objeto de poder leer y valorar el esfuerzo gramatical de Molina se imprime de nuevo la edición príncipe de su Arte, acompañada de transliteración y de un estudio introductorio que se presenta en dos partes: en una primera, se perfila la vida del franciscano y se describe su extensa obra, a la vez que se ponen de manifiesto sus dotes de lingüista y de filólogo; en la segunda, se hace un análisis de su gramática, capítulo por capítulo, con objeto de apreciar el modo en el que Molina codificó la lengua mexicana y valorar la aportación que en el dominio de la gramática supone el Arte de la lengua mexicana y castellana dentro de la tradición lingüística universal. La figura de Molina: sus primeros biógrafos La breve semblanza de Molina que abre este trabajo, hecha por Mendieta con pinceladas sueltas, contiene datos muy interesantes sobre los momentos principales de su vida y los rasgos de su carácter y, aunque en forma muy escueta, registra los libros principales del franciscano. El mismo fray Gerónimo proporciona otros datos importantes en el libro III, capítulo XVI de su citada Historia, al hablar de los primeros trabajos de los Doce. Allí refiere que los franciscanos estaban muy afligidos, pues aunque los naturales aprendían las oraciones en latín, no entendían lo que en ellas se decía. Fue entonces cuando supieron que una viuda española tenía dos niños que habían aprendido la lengua jugando con otros niños y le pidieron a Cortés que intercediera para que les diera uno: "Y aquella dueña honrada holgó dar el uno de sus hijos llamado Alonsito [...]. Este niño fue otro Samuel ofrecido a Dios en el templo haciendo desde niño vida de viejo. Sirvió de intérprete y maestro de predicadores. Cuando tuvo edad, tomó el hábito de la Orden y en ella trabajó hasta su última vejez. Llamóse después fray Alonso de Molina". Dos noticias más de Mendieta es necesario recordar. La una está en otro de sus escritos muy conocidos, Relación de la descripción de la Provincia del Santo Evangelio, en la que se repiten algunos de los datos contenidos en la Historia acerca de la niñez del franciscano. La relación está firmada por Mendieta y dos compañeros, fray Pedro de Oroz y fray Francisco Suárez. Fue redactada en 1585 y enviada a Roma como información para el Ministro General, fray Francisco de Gonzaga (1546-1620), quien estaba acabando de elaborar la historia de la Orden publicada con el título De origine seraphicae religionis, Roma, 1587. La semblanza de Molina, casi igual a la contenida en la Historia eclesiástica indiana, aparece en latín. La otra se encuentra en un documento escrito por fray Gerónimo cuando regresó a Vitoria, su tierra, en 1570, dirigido al visitador Juan de Ovando. Se trata de una relación sobre los nombres de los frailes de san Francisco de la Provincia del Santo Evangelio: Fray Alonso de Molina, de sesenta años. Confesor y predicador de yndios y de españoles, a sido y es la mejor lengua mexicana de aquella tierra, maiormente para el uso de la predicacion y para tratar con los yndios. A compuesto muchas cosas buenas en la lengua de las cuales solamente estan impresas una doctrina pequeña, un confesionario breve y otro maior y el vocabulario que ahora se quedava imprimiendo segunda vez. A sido muchas veces difinidor y guardian de las principales casas. Con el hallazgo y publicación de este documento conocemos un dato esencial en la vida de Molina, el año de su nacimiento. Desconocemos, sin embargo, el lugar exacto de donde provino, aunque otro franciscano, Antonio de la Rosa Figueroa (1698-1777), afirma que era de Extremadura. La incertidumbre del lugar ha dado pie a numerosas conjeturas por parte de sus modernos biógrafos, como pronto veremos. Pero en suma, puede decirse que Mendieta es su primer biógrafo y que la información dada por él es la más completa hasta el momento. Quedan noticias sueltas sobre Molina en algunos documentos de la Inquisición, de la cual fue intérprete y también víctima Como intérprete actuó en varias ocasiones; una de ellas en 1536 en el juicio contra Martín Ucelo por idólatra y hechicero, en el cual fue nahuatlahto junto con "fray Pedro e Pedro de Molina". Es muy probable que "el fray Pedro" sea fray Pedro de Gante y que "Pedro de Molina" sea el hermano de fray Alonso del que habla Mendieta. Otra ocasión fue en 1539 durante el proceso del cacique de Itzcoco, don Carlos Ometochtli. Como víctima, fue denunciado varias veces ante el Santo Oficio en la década de 1570. Una de ellas fue a raíz de la publicación del Vocabulario grande, dedicado al virrey Martín Enríquez "como supremo y cabeza de esta Iglesia en la Nueva España". Fue denunciado en 1574 y el asunto terminó con la recomendación del arzobispo Pedro Moya de Contreras (m. en 1591), de "que el mismo autor los enmiende" (los vocabularios). Este mismo año fue de nuevo denunciado en una "Información que hizo el provisor de los indios naturales de México sobre la usurpación de jurisdicción eclesiástica que hacían los frailes de la Orden de San Francisco". En el documento se incluye la declaración de varios testigos ante el provisor de México y se dice que los indios de Santiago Tlatelolco no acuden a los llamados de la Iglesia. Los testigos acusan al guardián (que era Molina) y a los frailes de hacer justicia de su mano, saliéndose del derecho y afirman que los "indios se habían sustraído de la obediencia e jurisdicción del provisor y que si el provisor se apersonaba en el convento, el guardián e dichos frailes los expelían y predican a los indios que no les obedezcan". Cuentan que "una vez el provisor fue a buscar a un indio detenido en dicho monasterio y que Molina le dijo que si estaba él allí por bestia o majadero para solamente confesar o administrar los sacramentos e predicarles". En estas acusaciones se muestra una situación de choque entre los religiosos regulares, que sintieron siempre su papel como "evangelizadores de frontera" en América, y la Iglesia secular, que se fue imponiendo después que salió reforzada en el Concilio de Tiento (1545-1563). Pero, volviendo a la vida de fray Alonso, cabe afirmar que su memoria perduró en la Orden como evangelizador y escritor. Y así, su hermano fray Juan de Torquemada (ca. 1557-1624), en su Monarquía indiana, publicada en 1616, registra su vida centrada en las dos semblanzas citadas de Mendieta, que copia casi al pie de la letra. Dado que Torquemada sigue la secuencia histórica de Mendieta, la vida de Molina se describe al hablar de los religiosos dignos de memoria de la provincia del Santo Evangelio (libro xx, cap. LIX), mientras que al hablar de los trabajos de los primeros años, copia la información de cómo los religiosos pidieron a Cortés que la viuda les prestara a uno de sus hijitos (libro xv, cap. xiv). En suma, Torquemada no añade datos a la biografía, aunque al narrar la historia de la nueva Iglesia, a veces sale Molina tangencialmente. Otro de sus hermanos, fray Juan Baptista (1555-1613), que lo trató en Tlatelolco, en el "Prologo" a su Sermonario de 1600 resalta la memoria de Molina, si no con muchos datos, sí con calor y admiración, con pinceladas fuertes. Recuerda él "que vino niño luego al principio de la conquista"; que aprendió la lengua en muy breve tiempo; que los Doce le pidieron a sus padres "para tenerle consigo" como intérprete en la doctrina y que el niño Alonsito "se aquerenció con ellos"; que nunca volvió a la casa de sus padres; que tomó el hábito de San Francisco y que "vivió en la Orden con grande virtud y celo"; que predicó y escribió mucho "hasta que lleno de venerable vejez, pasó al Señor". Y añade Juan Baptista: "heme aprovechado de algunos pedazos de sus escritos y lengua." Años después, otro hermano de Orden, fray Agustín de Vetancurt (1620-1700), en su "Menologio seráfico" (1698) lo recuerda, glosando los mismos datos. Finalmente, el citado Antonio de la Rosa Figueroa, encargado del Archivo y Biblioteca de San Francisco de México, en su Promptuario general, sostiene que Molina era extremeño y que profesó en México en 1528. Este dato acerca de la procedencia de Molina es de gran valor, pues De la Rosa tuvo a su disposición el acervo histórico de la orden. En suma, la memoria de fray Alonso permaneció entre sus hermanos conforme al espíritu franciscano, es decir, con una modesta semblanza. Pero esto no es extraño; así permanecieron también las de otros "grandes" como fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) y fray Juan de Gaona (1507-1560). 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